viernes, 30 de noviembre de 2007

¿ Y FELICIDADES POR QUÉ?


El día de hoy ha sido largo. Complicado, de esos que te sobrepasan tras tantos papelajos legalistas que no van a llegar a ningún sitio, pero que evitan que tú llegues al tuyo a su debido tiempo. Aguantas claustros y reuniones de diagnóstico escolar (como si no supiéramos ya, a estas alturas, la gravedad del enfermo). Es (era) 29 de noviembre. Se me hizo oscuro muy pronto, quizás más de lo esperado para una jornada fría pese a compartirla junto a colegas y amigos. El camino a Dos Hermanas desde Los Palacios es cortísimo, pero un monumental atasco por qué sé yo me hizo llegar más tarde aún, a costa de paciencia y cansancio. Al salir de la autovía de Cádiz en el primer desvío mejo, me encontré por fin con ese bendito mensaje. ¡Felicidades! Fenaco. Entonces caí en la cuenta. Qué más da si estamos en noviembre. Las lucecitas que se colocan en todas las calles del centro, salidas o entradas a Dos Hermanas nos reciben con la alegría de que ya es Navidad en Fenaco. O en el Ayuntamiento de Dos Hermanas. Ibarburu. Asociación de comerciantes... Yo sé que abro con esto una cuestión polémica. Lucho cada año con Valme para que no se me note (más) la mala uva mía llegadas estas fechas. No quiero caer en el repetidísimo discurso consumista-comercial, ni en otra moralina espititual-religiosa. Mi indignación es distinta, va más allá. Acaso sea incoherente mi discurso: me duele que cada año ciertos símbolos o ideas (que cada vez son menos) se pisoteen con descaro, precisamente por aquellos que a boca llena la rechazan todo el año. Que es muy chic eso de pregonar agnosticismos, ateismos u otras posturas, como eso del estado laico. Todas entendibles y respetables, de acuerdo. Pero no trago con ese uso miserable, cuanto antes mejor, de figuras o creencias que hoy por hoy se ningunean sin consideración alguna si es preciso. Y no es que no me guste la Navidad, Valme, es que me la refriegan ya con luces, rebajas, dos por uno, regálale lo que él/la se merece, villancicos, solsticios de invierno, cenas en familia... No es justo. Porque cuando ya no interesa, toda esta parafernalia, que llega ahora porque sí, se recoge en unas cuantas cajas de cartón, y a otra cosa. Porque, en fin, qué importa el motivo. Como esto es casi un confesinario, confieso por tanto que odio esta manipulación, en la que entramos casi todos. Y que, aunque yo compre, cene, coma uvas o no las coma, seguiré pensando que ahora llega para mí algo muy distinto a lo que todo el mundo celebra. Que no son meras fiestas para estar, sino para continuar. Que no son bombillas de noviembre, sino de todo el año. Que no me acuerdo sólo de mis abuelas hoy o mañana, que sueño con ellas frecuentemente. Que alguien nace, pero que no muere. De camino a mi casa, cuando me enteré de que la Divina Pastora por fin vuelve a la suya, la banda de música y un coro de campanilleros le cantaban al alumbrado navideño.

martes, 27 de noviembre de 2007

VÉRTIGO



Seremos otros, seremos más viejos,

y cuando por fin me observe en tu espejo,

espero al menos que me reconozca,

me recuerde al que soy ahora.

Ismael Serrano.


He aquí una de mis últimas (enésimas) preocupaciones. ¿Qué nos aguarda el paso del tiempo? Que seremos más viejos es seguro. No hará mudanza en su costumbre ese juez implacable. ¿Y cuando nos miremos al espejo? No creo que tenga que recurrir al mito de Narciso, pero reconocernos a nosotros mismos pasados los años sería una proeza en la época que nos toca vivir. Valores como la lealtad a nuestros pensamientos o inquietudes se pierden, especialmente si echamos la vista atrás o nos fijamos en nuestro alrededor. Recordar nuestro pasado a veces nos trae imágenes a la memoria que nos gustaría olvidar. ¿Éramos entonces así? ¡Cómo hemos cambiado! Ya que el futuro según para qué cosas me da mucho miedo, espero firmemente en que, llegada la hora, mirarme al espejo de mi vida no me produzca vértigo. Aunque el mundo pare.

domingo, 25 de noviembre de 2007

ESCRIBO A OSCURAS


Hace relativamente poco tiempo me sorprendió en un libro de texto el extracto de una columna de opinión escrita por Javier Marías. En ella, contaba el autor la historia de un marinero del Kursk, aquel submarino ruso que se tragó más de cien vidas mientras el gobierno callaba la triste realidad de una tripulación destinada a verse morir contando los segundos de una triste espera. Al parecer, cuando los restos de los fallecidos fueron sacados a la superficie, se encontró una papeleta en los bolsillos de uno de ellos. Se trataba de un texto en el que reflejaban los últimos momentos después del accidente que dejaría sin luz, y después anegado de lágrimas saladas, el submarino. No recuerdo su nombre. Como reflexionaba Marías, también a mí me dio que pensar que alguien dedicara sus instantes finales a escribir en un trozo de papel sus postreras sensaciones. Todo esto viene a cuento hoy porque hace unas horas de reloj tuve que explicar a los niños de 1º de ESO esa necesidad que, como humanos, tenemos a veces de escribir. Lo que sea. Cuando escribimos, o leemos, como decía Felipe Benítez Reyes en Los libros errantes, establecemos un compromiso milenario con una larga tradición literaria que se remonta a tablillas de arcilla, cera, madera, papiro o una cuartilla de papel. Aunque sea a oscuras.

jueves, 22 de noviembre de 2007

RADIOGRAFÍA DEL DOLOR (EN TV)


Acabo de leer una noticia en el periódico perdida en la página izquierda del montón. Es cierto que estamos acostumbrados ya a que alguien acabe con otro sin más, pero esta vez lo ingrato de la noticia me deja un regusto un poco más amargo. Resulta que el otro día una mujer aparece en El diario de Patricia para ser sorprendida. ¿Por quién? La pobre no lo sabía. Supongo que fue al programa quizás ilusionada, deseando reencontrarse con algún familiar, porque la joven era rusa, aunque vivía en España desde hacía años. Seguro que esperaría un abrazo de la infancia, o la voz de un ser querido a través de un mensaje sonoro. Quién sabe. Cualquier cosa menos reencontrarse con su marido. El mismo que le propinó palizas un día sí y otro también. El mismo elemento que ahora la convocaba para pedirle perdón. En directo, con luz y taquígrafos. Saltándose la orden de alejamiento que dictó el juez que llevó su caso. Muy bien. A los pocos días, la mujer ha aparecido muerta. No sé, como dice la noticia de la prensa, si el programa ha colaborado de alguna manera (responsabilidad civil) en el asesinato, pero lo que sí me parece cierto es que esta televisión que nos invade minuto a minuto ha traspasado la frontera de lo respetable, de la intimidad de las personas. Una suerte brutal que atenta contra la dignidad de las personas, ocultándolo todo –hasta la decisión de un juez para preservar la seguridad– por un puñado de monedas. Aunque esa chavala haya muerto por mor de un programa de televisión, mañana veremos más, con otra cara, otra historia, otro más de lo mismo. Seguro.
Por cierto, al lado de la noticia en cuestión leí, a una columna, el siguiente titular: Un hombre de 78 años mata a puñaladas a su mujer, de 76.

domingo, 11 de noviembre de 2007

HOY ES SIEMPRE TODAVÍA

Comienzo este blog en el espacio tan difuso que es internet, sabiendo, quizá, que la verdadera causa de esta página es pensar un poco, de vez en cuando, siquiera en voz alta. Como un diario personal -nunca me gustaron de pequeño y no tengo claro si valen la pena ahora- en el que quepan todas las dudas que en persona no dejo, seguramente, claras.
Una de mis pocas certezas es la fidelidad al título que da pie al blog. Como Hoy es siempre todavía, confío firmemente que estamos a tiempo de todo. Que el tiempo nos envuelve y nos atrapa, pero nos da la oportunidad de luchar contra él, aunque sea metafóricamente. Ahora es el momento de actuar, de comprometernos con el presente. No lo dejes para mañana. Todavía. Trata el verso de Machado como si fuera el mandamiento de tu vida. Un carpe diem cercano a tu propia existencia. Que llegarás adonde quieras. A mí me resulta muy difícil, ya lo sé, pero al menos, es un horizonte al que sueño con llegar en dulce mañana.