jueves, 27 de noviembre de 2008

TOCA ÑOÑERÍA: LAS ESTAMPITAS DE FÚTBOL


Sin tener ciertamente una explicación precisa, el hecho es que anoche vine a recordar uno de esos episodios infantiles que recordamos toda la vida. Volví la vista atrás, desenfoqué un minuto la mirada y me reencontré (nos reencontramos) en pleno verano, yendo al puesto de Paco con dos duros en la mano para estampitas. Siempre en época veraniega, venían estos álbumes para sortear los últimos días antes del colegio. Recuerdo que todos en la calle teníamos el nuestro de la Liga. Aún conservo el primero que tuve. El de la competición del 78-79. Mi padre prácticamente se ocupó de rellenarlo, porque yo no tenía siquiera cuatro años. Sí que, en los años sucesivos, lo bonito del caso era comprar los paquetitos y comenzar una colección que raras veces se acababa. Cuando comenzabas a comprar, lo primero que quería es tener “repes”, porque era cuando se iniciaba de verdad lo atractivo de la historia. De esta manera ibas cambiando unas por otras, alternabas con viejos amigos o te atrevías con auténticos desconocidos que llegaban con el mazo en la mano a tu calle, atraídos al lugar como si de una feria se tratase o se hubieran enterado de la novedad en el “parte” de las tres. La verdad es que había que hacerlo todo muy rápido. Solía haber un grupo de estampitas muy comunes, así que cualquier coleccionista iniciado ya las tendría, por lo que sería imposible colocarlas. Una sola vez me deshice de un buen montón, pues aunque raramente, los “Últimos fichajes” había quien los cambiaba “al peso”, es decir, trocándolos por 50 ó 60 de las normales. A media tarde, con tu botecito de Imedio, el olor a nuevo y la emoción por ir colocando las estampitas en su lugar adecuado suponían el mejor entretenimiento para esos niños de los años 80 que no llegaban a los diez años. Pocos fueron los que alardeaban semanas después del lanzamiento, álbum en mano, gritaban en medio de la calle que sí lo tenían por fin relleno. Normalmente eran los Tinocos, simpatiquísima familia que componían ocho hermanos. Los mayores, con hábiles redes sociales en el instituto, se las ingeniaban para llegar hasta las fotografías de jugadores más recónditas. Una vez, y basta, logré terminar mi colección. No fue, empero, objeto de aplauso de la patulea. Un año, la editorial propuso enviar no se cuántas pesetas en sellos (enviados a su dirección por correo) a cambio de las estampitas que faltaban. En fin. Me viene a la mente todo esto y sigo experimentando esa sensación irrepetible de cuando salía ese jugador que nunca salía (Arandáburu, del Atlético de Madrid), o la auténtica ansiedad por querer ir al Puesto de Paco y no conseguir de tus padres, abuelas, tías, ni un duro. No más dolor que aquellas dos estampitas que llevaba en la mano cuando me caí y se me rompió el brazo… De mi padre ayudándome a grapar los álbumes, que de tanto ojearlos se despegaban. Tantas cosas…

miércoles, 26 de noviembre de 2008

A LA ÚLTIMA MODA


Yo sé que las explicaciones que les dé a ustedes les resultarán peregrinas, pero considero que como novedad debo compartirlas públicamente so pena de callar lo que es noticioso, máxime reconsiderando que el mundo actual está abierto a sugerentes y nuevas expectativas, ya que, en fin, necesidades hay muchas y los fashion victims incluso me lo agradecerán. Resulta que hay una tienda japonesa que ha lanzado al mercado una interesante línea de ropa interior masculina (sujetadores, más concretamente) que está generando un aluvión de peticiones vía internet. La directora ejecutiva de la marca, Akiko Okunomiya, ha manifestado sentirse muy sorprendida por la cantidad de hombres que buscan a su mujer interior: “Desde que lanzamos el sostén masculino, hemos estado recibiendo opiniones de los clientes diciendo ¡Guau, he esperado esto durante mucho tiempo…” En una sola noche, esta pieza de lencería despertó en Mixi, la mayor red social de Japón, un acalorado debate en la red con más de 8.000 personas discutiendo los puntos a favor de que los hombres lleven sujetadores. Entiendo, por supuesto, que su uso y abuso estará supeditado a la complexión física de cada uno o sus preferencias en el atuendo diario. En cualquier caso, y después de comprobar que la página web realmente existe, existe, personalmente he declinado la posibilidad. Comprueben ustedes y decidan “a la su guisa”.
http://www.rakuten.ne.jp/gold/wishroom/mens/

lunes, 24 de noviembre de 2008

UN AÑO DE ENTRADAS


Ahora hace un año que aquí un servidor se atrevió a pronunciar un Sí, quiero que me ha tenido verdaderamente más atado a una responsabilidad periódica que a cualquiera de las decisiones que antes (o de un tiempo a estar parte, ustedes ya me entienden) he tomado. Pero en éstas, la obligación autoimpuesta de experimentar en voz alta cualquiera de mis pensamientos se ha ido convirtiendo en una animosa tarea con la que compartir. En efecto, si este blog personal (tan poquita cosa, tan escuchimizado y anoréxico, compuesto por cuatro o cinco historias que repito insistentemente) no cogiera aire suficiente para subsistir a través del seguimiento que a diario recibe… Debo, por tanto, dar las gracias al sufrido visitante de este sitio, al cual honran ustedes tanto cada vez que leen, o comentan, las entradas que han ido cayendo conforme se ha cumplido los meses, los días. Hace poco caí en la cuenta que he sobrepasado cien artículos. Siendo sincero, jamás pensé que este viaje pudiera llegar tan lejos. A lo largo de este tiempo, sin ánimo de hacer escrutinio de lo que ha quedado aquí marcado, me pregunto si alcancé el objetivo que me planteaba aquel lunes de noviembre mientras me animaba(n) a crear un blog en la redacción de un periódico local. Así surgió todo, y también este ideario de bienvenida, (aquel día de incertidumbres) cuya certeza creo que deberían juzgar ustedes:

“Comienzo este blog en el espacio tan difuso que es internet, sabiendo, quizá, que la verdadera causa de esta página es pensar un poco, de vez en cuando, siquiera en voz alta. Como un diario personal -nunca me gustaron de pequeño y no tengo claro si valen la pena ahora- en el que quepan todas las dudas que en persona no dejo, seguramente, claras.
Una de mis pocas certezas es la fidelidad al título que da pie al blog. Como Hoy es siempre todavía, confío firmemente que estamos a tiempo de todo. Que el tiempo nos envuelve y nos atrapa, pero nos da la oportunidad de luchar contra él, aunque sea metafóricamente. Ahora es el momento de actuar, de comprometernos con el presente. No lo dejes para mañana. Todavía…”

jueves, 20 de noviembre de 2008

URGENCIAS DE LA GUARDIA CIVIL


Juro que todo lo que aquí voy a relatar es completamente cierto. Sí que ha ocurrido esta misma mañana, que era muy temprano y que, como de costumbre, iba medio dormido al trabajo. A mi favor diré que no estaba en las circunstancias del protagonista del famoso Coloquio de los perros que escribió Cervantes, el nota ese que aseguraba haber visto conversar amistosamente a dos cachorros mientras pasaba unas fiebres muy altas en un hospital de mala muerte. Mi caso ha sido más mundano, pero más real. Resulta que estaba llegando en coche sobre las 8.30 de la mañana a una ciudad vecina, de cuyo nombre ahora no quiero acordarme. Como iba solo y me da la gana, circulaba ocupando la mitad de la calzada, porque, pese a que caben dos vehículos a lo ancho, ni hay rayitas pintadas, y si las hay en fin, nadie les echa cuenta ya. En esto, me veo un coche de la Guardia Civil a todo trapo detrás de mí. Me acojono, lógicamente, y me voy hacia un ladito, ya en la avenida principal. Por suerte, el picoleto sigue hacia delante a una velocidad endiablada. Pensé que algo grave habría sucedido, por los dignos evidentes que presentaba su presunta persecución o urgencia para llegar al lugar de los hechos. De repente, y siempre en la misma avenida, se para en seco, aún con las luces y la sirena encendidas. Se para junto al Cuartel, baja la ventanilla. Se le acerca un colega vestido de uniforme, y ha recibido (reitero que no ando bebido a estas horas) una bolsa de pan. De pan, pan. Para el desayuno, ya ven. Ha sido un segundo, pero ahí estaba yo para verlo. El guripa ha continuado la marcha como si nada.

martes, 18 de noviembre de 2008

BAEZA, HOY


El aula de Antonio Machado seguía intacta. Los pupitres antiguos aún eran recordados por parte de los integrantes de nuestro grupo. Un viejo mapa de 1897 en una pared, una estantería de libros viejos. El expositor central contenía algunos rastros escritos del poeta sevillano en el instituto de Baeza, adonde huyó llevándose preocupaciones y dolor desde Soria. El estrado respiraba aún aire de santidad. Está acordonada la zona del entarimado, espacio venerable de pizarra-pizarra, mesa grande de madera sencilla, perchero de pie con su supuesto último paraguas olvidado. Aquel hombre de 37 años, el tercero por la derecha de la fotografía que cuelga en una esquina, ése de los zapatos comidos de albero, un desaliñado con dignidad papal en sus ojos, escribió Soledades, Campos… y antiguos Proverbios que se siguen recordando.. todavía.

viernes, 14 de noviembre de 2008

LAS COSAS QUE SE VAN


¿Han pasado recientemente por la avenida de los Pirralos? Es parte de mi itinerario de camino al trabajo. Me gusta. A pesar de que sea muy temprano, siempre está llena de gente. Es variopinta: reúne en varios centenares de metros un colegio, una iglesia, varios bloques de pisos de nueva y vieja construcción, casas de una sola planta… hasta un supermercado muy chic en el que casi nadie entra pero da igual. El caso es que la susodicha es ejemplo de pluralidad, de ancianos y niños que madrugan, los primeros sin saber muy bien por qué y los segundos porque las madres van delante con su maleta, espera la escuela. En estas jornadas de cambio y sofocos, he apreciado que el multicolor contraste que añaden a tan conocida avenida los populares comercios que la salpican se está apagando de manera alarmante. Carnicerías, perfumerías, zapaterías, gestorías, fruterías (y varios -ías más que no cito aquí por redundancia) que han estado en este emplazamiento tantos años ahora agonizan. Lo apreciarán ustedes si pasean a cualquier hora del día. Los carteles rojos fosforitos del Se Alquila están copándolo todo. Y es entonces cuando a uno se le ocurre que la supuesta crisis es más seria de lo que parece. Que el pequeño comercio se muere. Esos grupos de presión, los de las asociaciones de comerciantes, tienen la palabra, entre otros. Desde hace varios años sólo sabemos de ellos porque nos felicitan la Navidad en el mes de ¡noviembre! a la entrada del pueblo. A lo largo del año, se hacen notar con sus firmas (fotografías gentilmente cedidas a los periódicos) con grandes empresas que les ofrecen rebajitas a la hora de hacerse un seguro dental o la reposición de un par de gafas. Ahora vienen maduras, pero no pasa nada. Ya habrá tiempo de quejarse.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

ME RETIRO, ME RETIRO


Una niña de 13 años ha decidido que ya está bien eso de vivir y se planta. Que sí, que para qué demonios un corazón nuevo si las dolencias que padece (una leucemia brutal se lo ha debilitado) la atormentarán los seis meses que le quedan llegado el presunto trasplante. Esta tragedia, la que supone querer morir en paz y que no le dejen a uno, no es nueva en estos tiempos. El debate está en la calle, muchas personas piden para sí mismos el derecho a la eutanasia; otros ya se despidieron triunfantes, como Ramón Sampedro, o tantos individuos sin nombre y apellidos que recibieron en su momento una definitiva dosis de inyección letal, a manos de doctor Muerte, claro. En el caso en cuestión, no hablamos ya de eutanasia, sino de un horripilante bajar los brazos y aceptar sin concesiones lo inevitable. Si hemos de morir, por qué presentar batalla. La situación me parece inusual. No obstante, el polémico caso que divide a la opinión pública inglesa, y por ende, mundial, está en lo singular del sujeto protagonista: una adolescente que sólo conoce como sinónimo de vida el dolor. Hannah Jones prefiere rendirse. A su corta edad, se ha mantenido firme en su voluntad de negarse a un trasplante de corazón que le alargaría la vida. Por el contrario, el trasplante podría activar su leucemia, o acabar definitivamente con su sistema inmunitario. Su corazoncito, agujereado por antiguas sesiones de quimioterapia, ya no da más de sí. La argumentación de los padres (una enfermera, para más inri, y un auditor de cuentas) es que “respetan la decisión de su hija”. Y yo me pregunto si no han pensado en que la enferma es menor de edad, que su mundo gira solamente a operaciones, hospitales y llanto, y que otros pensamientos serían posibles si tuviera una nueva oportunidad. Yo no sé si las autoridades hacen bien en aceptar, como parece, la voluntad de la niña, pero este precedente (morir, y basta) me parece el último escalón por subir en esa carrera asquerosa que es despreciar la esperanza. Hay quien dice que es lo último que se pierde; hay quien dice que es lo último que se cumple.

jueves, 6 de noviembre de 2008

HISTORIAS DE CADA DÍA

¿Sabe usted la edad exacta que tiene? Una señora acaba de salir por la televisión y su estremecedor relato se resume en una madre que la abandona, una rocambolesca historia de cantante ambulante y objetos perdidos. La víctima de esta historia de Colin Tellado manifiesta que quiere saber “si tengo hermanos por parte de padres, saber mi edad verdadera y dónde he nacido”. Se le puso la edad según un test psicológico y un estudio óseo. De niña, no tener cumpleaños le causó un trauma que, arguye, ya ha logrado superar. Lo que no sabe la hija de esta coplera del tres al cuarto es que su madre no ha muerto, que está detrás del bastidor del programa. Se lleva las manos a la cabeza como si nunca hubiera dejado a su niña como cualquier simpapeles que cruza el Estrecho. Qué cosa no tendrá la tele que es capaz de representar estos sainetes a diario para regocijo de incautos que, como yo, tienen un mínimo de aguante antes de cambiar de cadena. “Yo soy tu madre y te diré toda la verdad”. Bueno, eso será otro día. “No puedo llamarte madre", concluye Carmencita.

martes, 4 de noviembre de 2008

EL NUEVO LÁZARO


La feliz recuperación, milagrosa según él, que ha experimentado ese nuevo Lázaro que la sociedad española reconoce por el nombre de Jesús Neira, bien podría estudiarse en las Facultades de Medicina de medio mundo por lo ejemplar, y singular, que ha supuesto un reestablecimiento tan favorable, dadas las condiciones que traía el paciente. Efectivamente, el caso de este salvador salvado en última instancia es inaudito desde el punto de vista médico. La ciencia -batas blancas, radiografías y tubos por doquier- ya le daba por perdido. Por ejemplo, sus pulmones, según los estudios de hace pocas semanas, tenían un definitivo aspecto irreversible. Dos meses y pico en coma, múltiples fallos orgánicos ante el grado de depauperación… Y un día se despierta, conversa con familiares y personal hospitalario como si nada hubiera pasado. El asunto, ya saben, ha sido seguido por toda la opinión pública desde su inicio. Nadie con algún sentimiento humano sería capaz de sentirse ajeno al dolor que supondría una muerte casi segura para un inocente que pretendía evitar una agresión. Lo peor, sin duda, ha sido esa comedia grotesca protagonizada por la víctima original de esta historia, una tal Violeta Hijadeputa que ha sacado tajada gracias a la infame televisión de mierda y el papel cuché. Claro, que todo se magnifica en los medios. Creo que la multiplicación de casos de violencia de género (o de accidentes de avión, Álvaro) parece agigantarse por el orden del día que selecciona la mass media cada mañana. Lo que ocurre es lo que se dice que está ocurriendo… Pero todo este fenómeno, el de Jesús Neira, también se ha nutrido de reflexiones positivas. Si en un país como éste en el que se cuestiona y pide con más fuerza el derecho a la eutanasia, hubiera una ley relativa a lo que ahora llaman muerte digna, quizás el paciente en cuestión, vista su patología, no hubiera sobrevivido. No se hubiera apostado por la vida hasta el último momento desde el punto de vista clínico. Ya sé que hay casos y casos, a cada cual más doloroso. Con todo, éste concretamente, tan sensible a la mayoría, ha sido paradigma de fe, razón y constancia. Así se ha salvado Neira. Y si me lo permiten, un poquito también por algo que no existe (?), dicen que porque no se ve. Es algo que no se toca, no se compra y no se vende: la esperanza del ser humano. Toda invocación a Dios, o al diablo, que usted pensó o pronunció cuando deseaba que se repusiera Jesús, valió la pena. Tuvo su respuesta. Neira ya nos ha dado las gracias.

lunes, 3 de noviembre de 2008

RESPETEMOS LAS SANAS COSTUMBRES


No hay nada peor que la incomprensión. No ya por lo
inoportuno que supone encontrarse con seres humanos
incapaces de llegar al más mínimo entendimiento,
sino por la angustia que se genera ante el hecho de
que aún existan personas carentes de toda empatía,
esotérica palabra cuya desacostumbrada presencia
en un diálogo impide resolver los conflictos de manera eficaz,
y ante todo, rápida e indolora.


Verán. Viernes 31 de octubre. Barrio joven de gente joven que acaba de instalarse con el sacrificio real de los tiempos de hoy. Llaman a la puerta de un vecino, el cual se encuentra delante de una chavalería que, respetando esa antiquísima costumbre y multitudinaria celebración del Jalogüin, pide al ínclito protagonista de esta historia “truco o trato”. O das caramelos o bombardeamos con huevos frescos la fachada de tu casa. Y ya está. Ante la negativa del susodicho, que parece ser que no tenía con qué satisfacer la demanda, las amenazas se vieron cumplidas. La situación se volvió complicada. El vecino reprendió la acción de estos pequeños seres fantasmales (todos disfrazados de la misma guisa) con expresiones tan soeces y carentes de toda humanidad como “lo que habéis hecho no es una broma, es una gamberrada”, “habéis venido a mi casa sólo para hacerme daño” y un imperdonable “o me limpiáis ahora mismo todo esto o llamo a la policía”. Qué descaro. Eso es coartar la libertad de expresión y el tiempo libre de nuestros tiernos infantes. La cosa no quedó ahí. Yo, que por allí andaba y ya sabéis que me uno a este tipo de fiestas con una facilidad pasmosa, me aventuré a decir a un parroquiano que el episodio continuaría con una de estas dos opciones: La primera, que llegara la madre de alguna de las niñas reprendidas, la cual montaría un escándalo al ínclito vecino que recordaría toda la vida. La segunda, que viniera el padre, que no se andaría por las ramas y le pegaría un buen par de sopapos. Qué es eso de que se metan con mi niña y le agarren por el brazo para que no salga corriendo. Por razones obvias, la tercera vía puesta en este debate, esto es, que llegara a tiempo una patrulla de la policía, la desechamos mis interlocutores y yo rápidamente. En fin. Cinco minutos más de jaleo y gritos, cuando, efectivamente, llegó la madre de una de las niñas más afectadas. Cual boxeador arrogante, se puso cara a cara con el vecino. Se lo quería comer. A gritos, le repetía incesantemente “qué le has hecho a mi hija”. En un movimiento feroz, cogió del portal de la casa la cesta repleta de huevos (la prueba del delito) y la estrelló a los mismos pies de su brutal oponente. Con toda la acera, ahora sí, repleta de simpáticos huevos de Jalogüin, la señora se sosegó cual vaca inyectada con una dosis letal de tranquilizante. Se dio la vuelta y se fue tan pancha para su casa.