miércoles, 21 de julio de 2010

¡HE AHÍ UNAS ALAS!


Acabo de leer un interesante artículo que apareció hoy en Abc. Aquí les dejo el enlace. http://www.abcdesevilla.es/20100721/opinion-columnas/libertad-ciclista-201007202211.html. Con La libertad del ciclista, el autor me ha recordado ese mundo ideal y trasnochado que dejé un día acaso sin saber por qué. Yo también fui una vez ciclista. Era en aquellos tiempos sin dinero en los bolsillos, ni internet ni teléfonos móviles. De helados en La Valenciana al final de la tarde, de Marca, radio de madrugada y apuntes de Filosofía encarpetados en azul. Yo era un ciclista que quería libertad, porque con ella (un sueño de niño que me vino sin saber por cuál razón) me sentía único y feliz. Yo era ciclista de sueños, de salir por el postigo buscando una cuesta nueva por subir, añadiendo tiempos al reloj, recorriendo kilómetros camino de Las Portadas. Erran otros tiempos. Había ciclistas en la televisión, en los periódicos, los veía cuando visitaba Sevilla entre las avenidas y los señores mayores los domingos por la mañana camino de Los Palacios o la carretera de La Isla. Recuerdo al caso aquellas palabras que aprendí de memoria, porque, eso sí, sin ser ciclista, sigo amando al ciclismo (casi) sobre todas las cosas. Una de esas máximas decía “Amo a la bicicleta porque me ha dado un alma capaz de comprenderla. ¿No es en la historia de la humanidad el primer logro de un ser inteligente para vencer las leyes de la gravedad? ¡He ahí unas alas!” La segunda, con la que me despido, la pronunció cierto ciclista cuestionado sobre sus pocas oportunidades de lograr la victoria: “Sí, pero también están la fe y la rabia.”

viernes, 9 de julio de 2010

LA HISTORIA DE DONDE VENIMOS


En realidad, muchos de ustedes ya conocen en qué andamos metidos de lleno en estos días. Hace poco les comentaba el ilusionante proyecto que con el nombre de La Plazoleta de Valme pretende promover, defender, divulgar o fomentar la cultura nazarena, su historia, sus costumbres y tradiciones. Estamos muy contentos. Ello es así porque, bien mirado, desde al año 2005 hemos ido sumando títulos como quien no quiere la cosa: De Valme, La familia de Alvareda, Con Dos Hermanas, Memoria de las Flores, y este nuevo capítulo a sumar en la nómina: Historia de la Hermandad de Señora Santa, escrita por Jesús Barbero. Esta tarde (9 de julio a estas alturas) se presenta en la Capilla de la Patrona una obra de amena lectura, interesantísima de principio a fin, que recoge el punto de partida de la ciudad a través de una de las corporaciones más antiguas de las existentes. El trabajo, técnico y riguroso hasta el extremo, no dejará indiferente a nadie. En él se traza de manera precisa cómo era la vida de los nazarenos a partir del siglo XV. Aprenderemos algo sobre el misterioso hospital de Santa Ana, o el viejo cementerio, el idílico jardín junto a la ermita: la Patrona en candelero, el sochantre del lugar o las curiosísimas disposiciones que preveían aquellos “hombres buenos” que formaban parte de la Mesa de Oficiales. La lectura del libro, les aseguro, es rica y provechosa desde el primer capítulo. Esperemos que el esfuerzo empleado por el autor, y esta suerte de advenedizos editores, esté a la altura de toda esa gente que apoya las iniciativas que a lo largo de los años hemos ido proponiendo… Sepan ustedes que llegarán más, como es el poemario dedicado a la Virgen de Valme por un poeta de reconocido prestigio y dilatada trayectoria, o la colección de cuentos de Fernán Caballero que estamos preparando para antes de que finalice el año… Todo lo que hagamos es poco si miramos adelante: el final del camino queda muy lejos aún.

sábado, 3 de julio de 2010

LA MADRE PATRIA


Hubo un tiempo en el que el fútbol era todo para mí. Un llano con cuatro piedras por porterías, camisetas blancas con números hechos con skay, libretas en las que anotaba los goles que iba haciendo… En aquel Mundial del 82, apenas salía de mi casa. Me escandalizaba que, al salir al balcón durante los descansos, hubiera niños como yo en la calle que no estaban viendo los partidos de Paolo Rossi, Dino Zoff, Lato, Sócrates, Satrústegui o Juanito. Era un acontecimiento principal en el verano humilde de cualquier hijo de vecino: fervor con banderas al viento y cláxones cuando por fin ganaba España. Después de 28 largos años, hoy debo decir que no aprecio todo este universo-balompié de la misma manera. Me molesta hasta la indignación el uso ventajista y dañino que algunos le quieren dar a la selección de nuestro país. Por omitir el nombre patrio se ha popularizado La Roja. Es España un ente confuso, si nos atenemos a códigos de barras, estatutos y nacionalismos por el estilo. Por eso, qué quieren que les diga, me asquea que sólo ahora, por ese fenómeno magistral que es ver a once tíos detrás de una pelota, muchos balcones y ventanas estén adornados con banderas rojigualdas. Es el fútbol ese deporte hipócrita que fomenta más el odio y la separación que la hermandad o el juego limpio. En estos días (escribo antes del partido) se han producido desagradables situaciones entre dos países nobles. Paraguay y España parecen ahora dos imperios que se han declarado la guerra. Amenazas, incitaciones a la violencia, publicidad dañina… Acabo de ver una “broma” que se les ha ocurrido a nuestros simpáticos periodistas de Cuatro. Han hecho un chistecito con una chiquilla paraguaya que pide a los de la selección española que se deje perder, para hacer felices a los niños pobres de aquel país: “En vuestras manos está la muerte de miles de niñas paraguayas”. Qué vergüenza. No habrá nada mejor que hacer en este tiempo de subidas de IVA y manos al cuello de la clase media. Fernán lo dejó bien clarito hace ciento cincuenta años: “Media vida es la candela; pan y vino, la otra media”.