domingo, 31 de enero de 2010

¡HISTÓRICO, HISTÓRICO!


Córboba 0
El equipo de los Muertos Vivientes 1


Por primera vez en la historia del fútbol televisado ( y van...) el Betis consiguió ganar esta mañana un partido de fútbol. Hay que estar de enhorabuena, aunque quizá la bonanza del resultado se deba, quién sabe, a alguna causa trágica, lamentable u ocasional: Muy posiblemente las discotecas de cabecera del personal verdiblanco estaban cerradas el sábado noche por alguna contingencia. Esperemos que no sea nada, que la crisis (económica) no dará un respiro. Los chicos de Lopera habrán dormido algo más esta noche que en tantas ocasiones anteriores.

martes, 26 de enero de 2010

LA VIDA EN ROSA


La siguiente entrada es un claro ejemplo de intertextualidad. Dos personas distintas que hacen uno sus pensamientos
e inquietudes. Él es Cristian, un alumno-maestro de Los Palacios, el otro más mayorcito en fin, Rafa, un profesor-alumno
de los que cada día aprenden algo nuevo de la buena gente.


Cristian:

Todo empezó con un jersey. Un jersey que me pareció algo llamativo cuando me fijé en el color. Me pareció algo extraño ver cómo un hombre que ya pasó la adolescencia vistiera con un jersey de color rosa. Vale, por un momento, pensé en que era un poco estúpido pensar que era raro ver a un chaval con una jersey rosa. Me acerqué un poco extrañado a él, no sé, como si no lo conociera, y eso que lo conozco desde bueno... hace ya tiempo. Pienso que fue una tontería esta "discriminación", pues noto que, poco a poco, cada vez somos más lo que salimos a la calle con ropa rosa, cosa que cada vez me gusta más. Nunca está mal conocer varias opiniones, así que, por qué no, que nos cuente mi amigo del jersey rosa.

Rafa:

El jersey rosa fue un detalle de mi madre. iOcurrió en uno de esos días en los no esperaba del aguien un buen regalo. Quizás por eso le damos a las cosas más valor (sentimental, claro) del que realmente tienen para otras personas. Un jersey rosa. Pero... de veras, amigo, que no lo veo del todo rosa. Acabo de salir de una famosa confitería de mi pueblo... el color de uno de sus helados, el de chicle, o tal vez el de sandía, le viene al caso como mejor color. De todas maneras no importa, porque sí, efectivamente, aún poseo un jersey rosa-rosa que adquirí en Sevilla hace ya muchos años. Tantos, que me da algo de vergüenza reconocerlo... pese a que hoy día conservar y cuidar las cosas no tiene precio. En esta vida, pues, todo depende del color con que se mira. Así, compruebo de tu parte una aguda reflexión que también haré mía: Si fuera raro ver a un hombre (independientemente de su edad) con una prenda rosa, chile o sandía, no sería ya en los tiempos que corren más que una simple anécdota. Y bien mirado, este asunto es una manera de ver la vida. ¿Sabes? No hace muchos años los señores mayores (entre los cuales no me incluyo... aún) vestían con traje y corbata, sombrero, pañuelo, y cara de circunstancias. ¡Qué grandes son los colores, y cuántas cosas nos dicen! ¿No?

sábado, 23 de enero de 2010

LA MANERA DE CALLAR


Hace varios meses, entraba yo a mi casa cuando me encontré a varias vecinas revoloteando junto a una chiquilla, hija de una de ellas, que lloraba desconsoladamente. Sentada en el poyete de su puerta, escuchaba a su concurrencia, pero por más que le decían, aún más clamaba. Me acerqué –no ya por mi curiosidad, que también- sino porque me pillaba de paso… Mis sospechas de que algo grave ocurría se desvanecieron cuando fue la propia madre quien, riéndose, se dirigió a mí y me dijo “Rafael, ¿a qué tú le das tu parte del patio a mi niña? ¿A que sí” Ante mi cara de perplejidad, continuó “ Nada, que una amiga se ha enfadado con ella, y le ha dicho que a partir de ahora no la deja jugar más en el patio de la comunidad, porque el patio es suyo, así que se ha venido para acá enmorecida...” Claro que le contesté que mi “parte” del patio se la regalaba yo encantado por el tiempo que hiciera falta; que el patio sería de su amiga, pero mío, por ejemplo, también debía ser un trocito, vamos. En estas me fui, sonriendo cómplice a las testigos de la conversación. Qué tontería, ¿verdad? Cuando éramos chiquillos había que soportar alguna que otra vez los abusos de autoridad a los que nos sometían los Maestres, Manolitos o Fernanditos de turno: que si en el Llano no juega más al fútbol vuestro equipo, que si no os permitimos las carreras de bicicletas… Como aquella cabaña en la esquina del puente que nos derribaron porque sí, o los volcanes que nos expropiaban para fumarse al calor del fuego los primeros cigarritos… Qué tonterías, pensé, en fin, cuando abrí la puerta y me metí en mi casa, pensando, por último, que cualquiera hacía callar a la protagonista de esta historia con argumentos más lógicos o fiables.

domingo, 17 de enero de 2010

LA BUENA MESA


Omitiré los datos más relevantes (léase nombre del establecimiento, ubicación, ciudad de la que se trata…) Aun así, habría quien pondría el grito en el cielo por tamaña desconsideración con el personal. En estos tiempos, el descaro y la poca vergüenza andan de la mano como viejos compañeros. Estamos acostumbrados a ellos en los medios de comunicación de masas, o cuando nos sentamos al debate con nuestros colegas en simples conversaciones. Cuando te toca de lleno y ves a singulares personajes cara a cara, las cosas se ven de otra manera. La tarea es simple. Imagínense ustedes que acuden a comer con varios amigos, uy se encuentran con lo que parecen dos ventas de carretera. Al principio, la incertidumbre ante cuál de las dos elegir, pues son contiguas, se inclina por la lógica: en la que pone restaurante… Aunque ya, de por sí, escama. No conocía ninguno a mitad de camino a ninguna parte. Les aligeraré el almuerzo, porque sería copiosa la indignación. Les hablaré de un restaurante con letrero en mayúsculas que tiene la cubertería del Ikea (las pegatinas de la marca sueca se encontraban en el anverso de cada plato), con sillas y mesas de la misma multinacional… Una carta con suculentos arroces (especialidad de la casa, decían) con unos precios que para sí ya quisieran los grandes restauradores del país. No daré muchos detalles: arroz duro, salado, la paellera, de tanto uso, quemada y resquebrajada por los bordes. Qué lejos aquel año en Cantarrana, pero qué cerca el recuerdo de una tarde entre hermanos y un castigado mastín… Quien lo probó lo sabe, máxime cuando la última opción pasaba por degustar el pescado. Juro solemnemente que era una pieza congelada que adquiere cualquier hijo de vecino en el Mercadona, adornado por un manojo de hojas de ensalada (de ésas que vienen ya en bolsas) del ídem. La concurrencia, en fin, no se atrevió a pedir el famosísimo pulpo a la gallega de la casa, pues la sospecha de que Octopusy anduviera al acecho. Un detalle: Los entrantes, de confianza: como las croquetas de Pescanova que sirvieron al comenzar. Un lujo para unos pocos, eso de poner un buen rótulo en la puerta de uno para justificar lo que no se es... Me pareció la manera más burda de cobrar cuatro veces más a una persona indefensa sólo porque desconocía el percal. Porque, como en El Quijote, aquello no era más que una venta, que no castillo.

miércoles, 13 de enero de 2010

NUMEROLOGÍA


Decía cierto cantautor que “las mujeres temen al lobo en Ciudad Juárez”. Aquella frase me descubrió la triste realidad de la ciudad más sangrienta y cruel del mundo. Como un verso perdido, los secuestros, desapariciones y asesinatos de este pueblo fronterizo no han cesado. Es curiosa la mente humana. Cuando uno convierte en rutina lo más inverosímil, no hay espantos que valgan. Por eso, cuando el otro día leí que en lo que va de año han muerto más de 100 personas en Ciudad Juárez, pensé, inocente y dañino, que no eran muchas… No recordaba ya que sólo llevamos hoy 13 días de año, y de paso, que un solo caso es de por sí despreciable. Algo parecido ocurre en España, cuando la ministra Aído saca pecho arrojando datos sobre la violencia de género. ¡Un mes entero sin ninguna muerta! ¡Se ha bajado el tanto por ciento del año 2009 respecto a los anteriores! Esta claro que, a fuerza de costumbre, todos nos cosificamos un poco cuando pasan inadvertidas éstas y otras noticias por delante de nosotros y no pestañeamos. Mantener los ojos abiertos, y a veces la boca cerrada, se hace muy cuesta arriba de vez en cuando.

lunes, 11 de enero de 2010

HISTORIA DE UN REGATE DE 56 AÑOS


El domingo 10 de enero de 2010 fue un día histórico. De eso pueden hablar mucho los vecinos de Sevilla capital, y a boca llena los habitantes de Gines, Bormujos, Carmona, Alanís, Benacazón, Castillera, Mairena… hasta la cercanísima Alcalá de Guadaíra puso su marcador de 56 años a cero. Como ustedes saben, en nuestra Dos Hermanas, nada de nada. Por eso me reconozco hoy un poco triste. Y que conste que soy plenamente consciente de que hemos vivido, los sevillanos en general, una jornada inolvidable…pero estoy cariacontecido en fin porque el fenómeno no pasara por Los Jardines, o La Plazoleta nazarena. Ni un solo barrio, que me conste, vio caer del cielo las frías flores blancas. Que la nieve visitó la Sevilla metropolitana, como en 1954, salvo en una ciudad, que es la nuestra, a la cual deberemos seguir conservando en fotos antiguas. El año pasado se alertó de una posibilidad que ahora sí se ha cumplido. Entonces establecí una teoría que quizás se convierta en realidad científica: en Dos Hermanas sólo nieva una vez en nuestra vida… Contando la mía, reflexioné ayer, creí que aún me sobre tiempo. Aun así, hoy he llegado a una insoportable conclusión: quizá los que la vivieron hace 56 años no debían volverla a ver… pues se cumplía la profecía. No sé. Me he levantado con cara de lunes, y me ha asaltado una nueva duda, un poco más pesimista. Si es cierto que Blancanieves aparece cada 56 años más o menos, tengo la impresión de que ayer salió un tren que no podré alcanzar jamás.

martes, 5 de enero de 2010

CARTA A LOS REYES MAGOS


Queridos Reyes Magos, tres puntos.Añadir vídeo

sábado, 2 de enero de 2010

POR UNA MIRADA


Hay miradas profundas, esquivas, fijas, recurrentes, sencillas, furtivas, serenas, indiscretas. Las hay confundidas, picaronas, prudentes, cómplices, perdidas, malas, críticas, despreciativas, desesperadas, inestables, por encima del hombro, irónicas, melancólicas. Hay miradas, que matan, que no dicen nada, que son peligrosas, pero también las que te dan la paz, las que sanan, las que transmiten esperanza. He conocido miradas dulces, sinceras, inocentes, amorosas…
Y está, por fin, la mirada de ella.