viernes, 11 de marzo de 2011

MANUAL DE VIDA COTIDIANA


No te rindas.
No te sientas solo.
Busca y encontrarás.
Sonríe.
Lee.
Pasea.
Habla.
... Y poco más, ¿no?

jueves, 3 de marzo de 2011

LO PEOR DE TODO

¿Sabes lo peor de todo? Lo peor de todo es que parece que no te hayas ido, que jamás podrías despedirte de esta gente que eran tu familia, tus amigos, tus hermandades. Lo peor de todo es que uno recuerda que sigues entre nosotros como si tal cosa, preparando tus cosas para el mañana, trabajando como si fuera el primer día de tu vida, acordándote de tus amigos, aquellos que conociste en aquella época feliz de cuando aún no tenías siquiera un poco de barba, estabas más gordito y querías conseguir, quinceañero, todo lo que te proponías.

Me parece que es lo peor de todo: repetirnos día tras día, una y otra vez que de verdad tuviste que irte, que no había lugar a más, que te llamaban –designios de Dios, escrutinios que jamás comprenderemos en suma– y debías partir. Lo peor de todo es imaginarte bajando por El Palmarillo con puntualidad escrupulosa, bien desde un balcón en Santa María Magdalena, bien desde la encrucijada de Los Jardines desde los Cuatro Cantillos, cada sábado por la noche, después de los partidos. Lo peor de todo es no tenerte, es pensar que no nos veremos más para hablar de la Pastora, de la juventud que tuvimos, de los viejos amigos, de las llamadas pendientes del teléfono, de nuestros dimes y diretes, de una comida por celebrar, de un ya quedaremos, de una palabra –que tanto repetías– nosotros somos amigos… Y pase lo que pase, ¿sabes qué es lo peor de todo? Lo peor de todo es que no entiendo, después de varios días, cómo podré imaginarme sin ti, junto a esa gente que tú bien conoces, esa gente que compartíamos. No asumo no verte sin tus característicos andares, sin tu forma de hacernos reír, sin tu bondad infinita, sin ti. Ahora, que me atrevo a hablar y quizás no debiera, sólo quiero decirte que jamás dejaré que te me vayas de la memoria. Recuerda que somos amigos, y pase lo que pase, olvidarte sería la última traición que podría consentir. Estaría bueno. Si fuera así, algo también muy mío se hubiera ido definitivamente. Tú eres parte de nosotros, y nosotros de ti. Por eso sé, amigo José Juan, cuál es la causa de que me encuentre así, tan triste tantos días, tantas horas, tantos minutos y tantos segundos.