Una reciente estudio que ha realizado por toda la geografía nacional una empresa consultora manifiesta que en Andalucía se tiene la media más alta de consumo de copas durante el fin de semana. La friolera de ocho trancazos por persona, que no está nada mal. En algo nuestra comunidad autónoma debía estar en el primer lugar de una lista, ahora que el segundo (o tercer) plan de modernización de Chaves parece haberse estancado a causa de lo necesitada que está la administración en promover botellódromos por todas las ciudades en donde sea conveniente.
Hay que fastidiarse, ya que el reñido liderato con otras comunidades no servirá para tomar mucha conciencia del problema. De hecho, el 95% de los encuestados (que lógicamente son los mismos que aseguran darse los ocho aldabonazos cada fin de semana) afirma en la escandalosa encuesta que esta cantidad es “la normal, tirando a poco”. Desde luego, un grupo normalito de coleguis puede reunir muy fácilmente cincuenta o sesenta euros para montarse una madrugada de aúpa por la módica cantidad de 5 monedas por cabeza. Y luego, cubateos hasta la hora que haga falta, que
En estos días de crisis y de ahorro energético sea como sea (desabrochase la corbata y el último botón de la camisa baja dos graditos pese a romper las básicas normas de situación y decoro / “Cada vez que levantamos el pie del acelerador mejora la renta nacional”, Miguel Sebastián dixit) poca o nula atención se está prestando al problema que en el futuro traerá consigo la dependencia brutal (y los dalos colaterales) que acarrea en la juventud el consumo indiscriminado de alcohol.
No bastará, puestas en su momento las manos a la cabeza, con una campaña de anuncios en la televisión o en la prensa. La permisividad en todos los órdenes que está habiendo respecto a la realidad ahí fuera cada fin de semana trae ya consecuencias que se están pasando por alto. Muchos de nuestros jóvenes no saben divertirse sin una copa de alcohol en la mano, y aun siendo menores de edad se adentran en este mundo on the rocks porque es socialmente atractivo, porque nadie se lo impide o le aconseja como es debido… Todo son facilidades para que la juventud se emborrache libremente por ahí (las pocas sentencias a favor de los vecinos son anécdota en España) y lo peor de todo es que quien no sigue esas normas tan chics es un piernas, un manta, un pobre desgraciado que ha entrado cruzado en su adolescencia.
miércoles, 30 de julio de 2008
LO QUE SE DA NO SE QUITA
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domingo, 27 de julio de 2008
EL SIETE DE ESPAÑA
¡TOMAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!
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jueves, 24 de julio de 2008
AMO LA BICICLETA...
... porque me ha dado un alma capaz de comprenderla.
¿No es, en la historia de la humanidad, el primer logro de un ser inteligente
para combatir las leyes de la gravedad? ¡He ahí unas alas!"
Lo que viene a continuación me hubiera gustado haberlo escrito yo.
Como resulta imposible por razones de estilo evidentes,
he visto emocionado que al menos
exactamente trata la misma idea que en este blog se defiende
muy frecuentemente. Mi pasión por el ciclismo bien merecía
una primera entrada de altura,
y por eso será ésta. Resume con la pureza de palabras
escogidas todo lo que hay ahí detrás de seis horas subido en la bicicleta.
Léanlo, de verdad; responde a una filosofía de la vida.
Para mí eso es el ciclismo:
un todavía, la posilidad de lograrlo todo con nuestro esfuerzo.
Juanma Trueba | 24/07/2008
En el deporte (y en la vida) las buenas historias son fronterizas. Nos emociona tanto la irrupción de un joven campeón como nos conmueve el éxito tardío de quien lo probó mil veces y acertó en la última. La edad es un potenciador de las proezas y, según los casos, nos permite disfrutar de la explosión de las hormonas o saborear la solera de la madurez. Al mismo tiempo que admiramos los cuerpos invencibles nos gusta pensar que hay una alternativa para la juventud.
Carlos Sastre Candil (cuyas iniciales coinciden con las de su equipo) tiene 33 años y aunque no se puede decir que es un ciclista viejo, lo será pronto. Tal vez por eso sus emociones, incluso en el podio y vestido de amarillo, parecen tamizadas por el descreimiento.
Sastre ha estado cerca muchas veces y ha sido favorito muchas otras. Y a esos vientos que forjan el carácter se suma una personalidad discreta, alejada de cualquier extravagancia. Un problema en estos tiempos. Sin otro rasgo que lo defina más que la constancia, Sastre se ha visto relegado en el afecto popular por ciclistas más divertidos, irresponsables, imprevisibles o glamurosos. Ciclistas peores, en muchos casos, pero que hubieran multiplicado el efecto de una exhibición en Alpe d'Huez.
No sólo ha peleado contra eso. Sastre también se ha batido contra ciclistas mejores por condiciones físicas o químicas. Su debut en el Tour coincidió con la tiranía de Armstrong y en sus intervenciones en el Giro y en la Vuelta chocó con la esporádica inspiración de rivales a los que no divisaba ni en los Alpes ni en los Pirineos.
Su historia recuerda a la de Joop Zoetemelk, un corredor holandés, ustedes recordarán, que ganó el Tour de 1980 a los 33 años (curiosa coincidencia), después de una década combatiendo, sin éxito y sin carisma, contra Merckx, Ocaña, Thevenet, Van Impe o Hinault. Para culminar su explosión tardía el viejo Joop, ya liberado, se proclamó campeón del mundo a sólo dos meses de cumplir los 39 años.
Pero queda un tramo para confirmar el paralelismo. Carlos Sastre completó ayer la mitad de una hazaña fabulosa. Atacó al pie del Alpe d'Huez y recorrió en solitario las curvas del monte mítico. Su asalto redimía una etapa de vigilancia, desesperadamente controlada. Y cuando temíamos lo peor, sucedió lo mejor. Sastre demarró y sólo Menchov se pegó a su rueda. Hasta que no pudo más.
A partir de ese instante se escribieron dos novelas. Una de superación, sobre la soledad del corredor de fondo, y otra de intriga, sobre la ambición y el deber. Mientras Sastre boqueaba en busca de oxígeno y tiempo, los hermanos Schleck se enfrentaban a un problema ético...
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miércoles, 23 de julio de 2008
CAMINOS
Supongo que habrá sido una coincidencia, pero no me negará el curioso lector que cuando uno se encuentra casualmente con varias personas a las que hacía muchos años que no veía, el hecho en sí, al menos, te deja en el cuerpo una sensación extraña, entre una tristeza y una alegría que se mezcla con un recuerdo feroz que nos hace ver, de nuevo, todo lo que ha pasado en todo este tiempo. La cosa es que acabo de cruzarme en la calle, sucesivamente, con dos personas de las que hacía nada menos que diez años que no tenía noticias. En su momento fueron grandes amigos, compartimos muchas horas juntos: de nosotros fue una época incierta, porque no en vano coincidió con nuestra más tierna juventud. Será cosa mía, pero cuando me ocurre algo así, me encuentro algo más inseguro que de costumbre, pues me cuesta reconocerme igual que antes. Me gusta mirar con detalle el rostro de mi interlocutor, pero enseguida me doy cuenta de que no hay esa conexión que tuvimos en aquellos días. Es cuando me arrepiento de todo. Pienso en qué demonios estaría yo enfrascado tantos minutos y segundos, reunidos en ramilletes de hojas de calendario. Sin darme cuenta, esa persona que está ahí, sonriente, también me ofrece una duda. Que ya no es como antes, que el repaso que hacemos de nuestra vida, transcurrido este gran ínterin, se basa en muchas preguntas muy superficiales. Me da alegría el reencuentro, claro, pero la rabia es máxima, porque considero que hasta esta situación nunca debería haber llegado. Una vez, sí, me dijo alguien que esto era normal. Los esfuerzos por mantener unido lo que las circunstancias o la vida misma iba a separar resultarían, a la larga, en vano… Con todo lo expuesto, apuesto por una no-rendición, un último intento para conservar ese penúltimo contacto con mi realidad. Hoy me separé de Eva y Daniel con un adiós emotivo. En la despedida (curiosamente en ambos encuentros distintos cada uno llevaba sentidos contrarios) volví la cabeza hacia ellos para comprobar que de espaldas seguían su curso. Yo seguiré con el mío, pero este adiós, como entonces, no quisiera que fuera nunca el definitivo. Hoy es siempre…
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jueves, 17 de julio de 2008
PASATIEMPOS EN EL MES DE JULIO (II)
aguantáis los dos minutillos del vídeo merecerá la pena.
A mí me impresionó. La magia, pese a todo,
no se sostiene más que en la inocencia.
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lunes, 14 de julio de 2008
TIC-TAC
Estoy esperando. Llevo así toda la mañana, toda la vida. Cuento los días, las horas y los minutos, como si nada. Una vez leí que todos estos periodos temporales eran muy importantes, necesarios en cada acción cotidiana, pero que los verdaderamente transcendentales, personajes principales de
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jueves, 10 de julio de 2008
DE JULIO Y OTRAS RAREZAS
Es sorprendente que haya sido una de las noticias del año y nadie parezca haberse dado mucha cuenta de ello. Supongo, claro está, que la canícula propia de estos días habrá tenido bastante que ver. Tal vez solamente, porque unas semanas atrás lo único importante era nuestra Selección, y todo el mundo debía estar por ahí arrimando el hombro para que no se diga que España no es una grande y libre. Resulta que
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domingo, 6 de julio de 2008
NARRACIONES EXTRAÑAS DE VERANO (II)
Aquel día en que se fue por la puerta, anunció a gritos que no volvería de ninguna manera. No hacía falta que lo dijera a gritos, pensó su compañera de piso cuando agradeció por fin su ausencia. Atrás quedaban varias semanas de desencuentros, alguna que otra pelea y un arrumaco atrevido para arreglar lo que ya estaba definitivamente desarreglado, por más que no quisieran darse cuenta hasta entonces.
Aún con la rabia contenida, la joven se secó las pocas lágrimas que le quedaban con la manga de la camiseta azul. Sabía que poco importaba ya que se estropeara, acaso el último regalo de quien se iba para siempre. Miró alrededor de la habitación y nada parecía lo mismo. Era como si se encontrara en un lugar distinto, sólo que era incapaz de moverse del sitio por temor, quizás, a perderse.
Sentía el pávido frío del mármol sobre las piernas, tirada casi sin querer en el piso. Un temblor agudo se instaló en su mente, como si algo la punzara con amargo dulzor. Cuando logró levantarse, vio que la ciudad no había parado su actividad frenética siquiera un momento; no merecía la pena. La luz radiante entraba con aplomo por entre los visillos. Respiró aire puro, miró hacia el horizonte y esbozó algo semejante a una leve sonrisa.
Una vez libre de recuerdos, se decidió. Entre otras cosas lógicas dentro de su mochila había una guía de hoteles que le regalaron hacía meses en el trabajo, las llaves de un coche de segunda mano y un paquete de pañuelos.
Todo volvía a comenzar ahora.
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viernes, 4 de julio de 2008
PASATIEMPOS EN EL MES DE JULIO
incluyo aquí un curioso vídeo
para los que nos cuesta hacer cálculos
y no tenemos a mano una calculadora.
es real y se puede comprobar.
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jueves, 3 de julio de 2008
NARRACIONES EXTRAÑAS DE VERANO
En el Chic se produce cada verano un fenómeno tan extraño como repetido, una suerte de secuencia regular que ha significado muy poco esfuerzo para la comunidad científica, que ha resuelto en un pis pas el caso. Si el curioso lector (en el caso de que siga por aquí en estas fechas de asueto) quiere comprobar el prodigio, no tiene más que darse una vueltecita por El Llano. Allí se encontrará con ese maestro de ceremonias que se llama Álvaro. Roza la cincuentena, pero es más joven que cualquier hijo de vecino que usted conozca. El susodicho, que aparte de su vestimenta corrobora su verdadera identidad cada vez que abre la boca, tiene el irrenunciable poder de detener el tiempo. El secreto quizás esté en las luces de neón de la puerta, o posiblemente en la vieja madera de la barra o el zócalo del diminuto bar. Tal vez, los antiguos y desusados armaritos con cerradura para guardar botellas de licor personalizadas tengan mucho que decir. Lo que resulta incuestionable es que en ese veranito, aunque cambien periódicamente las caras, todo el mundo tiene siempre la misma edad. Será porque las fotos de sus amigos (entre los que se encuentran su hijo putativo, primos por doquier y ahijados, como los chicos de
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