domingo, 25 de noviembre de 2007

ESCRIBO A OSCURAS


Hace relativamente poco tiempo me sorprendió en un libro de texto el extracto de una columna de opinión escrita por Javier Marías. En ella, contaba el autor la historia de un marinero del Kursk, aquel submarino ruso que se tragó más de cien vidas mientras el gobierno callaba la triste realidad de una tripulación destinada a verse morir contando los segundos de una triste espera. Al parecer, cuando los restos de los fallecidos fueron sacados a la superficie, se encontró una papeleta en los bolsillos de uno de ellos. Se trataba de un texto en el que reflejaban los últimos momentos después del accidente que dejaría sin luz, y después anegado de lágrimas saladas, el submarino. No recuerdo su nombre. Como reflexionaba Marías, también a mí me dio que pensar que alguien dedicara sus instantes finales a escribir en un trozo de papel sus postreras sensaciones. Todo esto viene a cuento hoy porque hace unas horas de reloj tuve que explicar a los niños de 1º de ESO esa necesidad que, como humanos, tenemos a veces de escribir. Lo que sea. Cuando escribimos, o leemos, como decía Felipe Benítez Reyes en Los libros errantes, establecemos un compromiso milenario con una larga tradición literaria que se remonta a tablillas de arcilla, cera, madera, papiro o una cuartilla de papel. Aunque sea a oscuras.

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