lunes, 31 de mayo de 2010

ÚLTIMAMENTE


Andaba yo algo perdido del camino que me ha marcado este blog desde noviembre de 2007. He de reconocer que con él he aprendido mucho. El compromiso que me surgía de su puesta en marcha y desarrollo me han hecho más cercano a la realidad, ojo avizor en momentos de duda o cansancio. Hace varias semanas que la actividad en este Hoy es siempre todavía se ha vuelto más inconstante, huidiza. Por eso, reconozco que el “eterno retorno” puede ser una teoría que explique la inactividad. Y no porque todos los días sean iguales. Más bien, por momentos me agoto en forma y conceptos. Qué podré decir que antes no se haya dicho o hecho ya… Aun así, no me gusta abandonar. Entiendo que es tarea poco recomendable, evasiva en la peor de sus acepciones. Vendrán tiempos con más predisposición, calores que sofocar con la palabra precisa, fiestas seculares por celebrar y libros debajo del brazo. Ya les cuento con detalle. Entretanto, espero que sepan aguantarme, que en estas lides uno ya se conoce lo suficiente como para no darse cuenta de la tarea que es llevarse uno mismo a las espaldas.

sábado, 22 de mayo de 2010

TOCA DIGNIDAD


Alas de colibrí para Lance Armstrong, que está totalmente rodeado. A lo largo de los años se han sucedido confesiones de masajistas, técnicos de equipos deportivos, demostraciones científicas de algún experto que ponían en duda sus valores anormales de hematocrito… que aseguraban su implicación con productos dopantes. Ahora, ha sido su compañero, Floyd Landis, quien da, con pelos y señales esta vez, todo el organigrama que personalmente llevaba el americano para engañarnos a todos. Como si eso fuera novedad. Es el campeón más tramposo de la historia, y lo que es peor, el más rastrero y por tanto, perseguido. Su única defensa después de la sumarísima confesión de Landis ha sido un lacónico “las fechas que dice no coinciden” y “Landis no tiene ninguna credibilidad”. Así cualquiera. Palabra contra palabra. Lo que Armstrong aún no comprende es que pase lo que pase, su nombre está manchado por una eterna sombra de duda. No recuerdo a ningún campeón que se le cuestione tanto sus triunfos después de tantos años. pruebas y declaraciones evidencian el engaño. Sólo le queda una salida si acaso le resta algo de dignidad. O bien reconoce que se dopó (así lo han hecho otros grandes, como Agasi en tenis o muchos colegas en ciclismo) o al fin deja que la agencia mundial contra el dopaje analice con los medios actuales la famosísima muestra de orina congelada del Tour de 1999. Alas de colibrí.

viernes, 21 de mayo de 2010

LOCOS DE ATAR


Era un programa de esos de medianoche que repite Canal Sur de vez en cuando. Me recordó la primera vez que lo vi, así que decidí echarle un ratillo, movido por la curiosidad, y porque, en definitiva, el ejemplo que me dieron las personas que convivían en un centro de rehabilitación para combatir sus problemas psíquicos conmueven a cualquiera. Con esas imaginarias Alas de colibrí trataría de sanarlos. No en vano en la canción de esta serie el poeta presta su voz a estos menesterosos. En cambio, considero que la lección que me dieron (nos dieron) en el reportaje bien valdría, al menos, para comportarnos por lo menos, como locos cuerdos. El cariño, la bondad que emanaban, el compañerismo sin par que tenían entre sí no se encuentra de puertas para afuera tan fácilmente.

jueves, 20 de mayo de 2010

MUSICA EN EL METRO


Alas de colibrí para esa muchacha cuya invidencia y la mala fortuna le han costado la amputación de su brazo. Artista de calle y puñado de monedas, voluntad de hierro, una guitarra compañera... Es la historia de otro capricho: quienes más sufren en la vida aún se llevan la peor parte. Ojalá que, como dicen, la reimplantación del brazo sea un éxito. Alas de colibrí...

miércoles, 19 de mayo de 2010

UN PARTIDO DE SUEÑOS


Me propongo comenzar bajo este título una serie con la que pretendo encontrar las alas de colibrí. Si leen ustedes la canción con detenimiento, quizás piensen que se creó hace unos días. No más que quince años tiene ya. Evitaré hablar la crisis de hoy día para adentrarme en aquellas personas que de verdad necesitan el cuidado, la delicadeza de las alas de colibrí. Escuchen o no pasen por alto la letra. Son livianas y puras, sirven para la cura. Mañana nos vemos.


Hoy me propongo fundar un partido de sueños,
talleres donde reparar alas de colibríes.
Se admiten tarados, enfermos, gordos sin amor,
tullidos, enanos, vampiros y días sin sol.

Hoy voy a patrocinar el candor desahuciado,
esa crítica masa de Dios que no es pos ni moderna.
Se admiten proscritos, rabiosos, pueblos sin hogar,
desaparecidos, deudores del banco mundial.

Por una calle descascarada
por una mano bien apretada.

Hoy voy a hacer asamblea de flores marchitas,
de deshechos de fiesta infantil, de piñatas usadas,
de sombras en pena del reino de lo natural

que otorgan licencia a cualquier artefacto de amar.


Por el levante, por el poniente,

por el deseo, por la simiente.
Por tanta noche, por el sol diario.
En compañía y en solitario.

Ala de colibrí,
liviana y pura.
Ala de colibrí
para la cura.

Silvio Rodríguez (1995)

jueves, 6 de mayo de 2010

LA PRIMERA VEZ


“No vengas tarde, que si tus amigos tienen una hora de llegar, tú ya sabes la tuya. Coge el teléfono y me llamas, que para eso están. Y cuidado con la bebida”. El adolescente, recién salido de la ducha, vestido con el vaquerito de marca y una cazadora de entretiempo, respondía con un lacónico “Valeee” mientras entraba en el coche de su padre camino de la feria. Su madre, aún en el segundo escalón del portal, no sabía que posiblemente la primera fuga nocturna de su hijo me retrotrajo más o menos veinte años más allá. En aquella época no había rebujitos, pero sí Larios con coca cola, nada de móviles, pero aún cabinas telefónicas a dos duros, amigos con los que descubrir el mundo de los mayores, pese a que todavía no lo éramos... Ni falta que nos hacía, aunque en aquel momento no pensáramos eso mismo. Dicen algunos que la historia cambia, cosa que ciertamente dudo, si no es porque todas las mamás del mundo reciben al alumbrar un manual de instrucciones, un código especial con el desenvolverse miméticamente. Tanto tiempo después...