jueves, 22 de noviembre de 2007

RADIOGRAFÍA DEL DOLOR (EN TV)


Acabo de leer una noticia en el periódico perdida en la página izquierda del montón. Es cierto que estamos acostumbrados ya a que alguien acabe con otro sin más, pero esta vez lo ingrato de la noticia me deja un regusto un poco más amargo. Resulta que el otro día una mujer aparece en El diario de Patricia para ser sorprendida. ¿Por quién? La pobre no lo sabía. Supongo que fue al programa quizás ilusionada, deseando reencontrarse con algún familiar, porque la joven era rusa, aunque vivía en España desde hacía años. Seguro que esperaría un abrazo de la infancia, o la voz de un ser querido a través de un mensaje sonoro. Quién sabe. Cualquier cosa menos reencontrarse con su marido. El mismo que le propinó palizas un día sí y otro también. El mismo elemento que ahora la convocaba para pedirle perdón. En directo, con luz y taquígrafos. Saltándose la orden de alejamiento que dictó el juez que llevó su caso. Muy bien. A los pocos días, la mujer ha aparecido muerta. No sé, como dice la noticia de la prensa, si el programa ha colaborado de alguna manera (responsabilidad civil) en el asesinato, pero lo que sí me parece cierto es que esta televisión que nos invade minuto a minuto ha traspasado la frontera de lo respetable, de la intimidad de las personas. Una suerte brutal que atenta contra la dignidad de las personas, ocultándolo todo –hasta la decisión de un juez para preservar la seguridad– por un puñado de monedas. Aunque esa chavala haya muerto por mor de un programa de televisión, mañana veremos más, con otra cara, otra historia, otro más de lo mismo. Seguro.
Por cierto, al lado de la noticia en cuestión leí, a una columna, el siguiente titular: Un hombre de 78 años mata a puñaladas a su mujer, de 76.

2 comentarios:

adhecab dijo...

Hay noticias que cada día revuelven mis tripas, en particular las de violencia de sexo, que no de género.
En particular pienso que todo el "bombo" que se da a estos casos no es más que, en la mayoría de las ocasiones, sensacionalismo por parte de algunos grupos que no hacen otra cosa que alentar a un asesino en potencia, usando estos crímenes como arma arrojadiza.
¿Habrá, quizás, menos violencia de sexo si no nos asaltaran a diario esoto sucesos y todo se llevara con menos publicidad?
Ahí queda mi pregunta.

J10 dijo...

La tragedia moderna en el teatro moderno de las pantallas. El público, contado por millones, se espanta pero quiere más. La sangre de los cristianos no entristecía al aforo romano; ni la de los herejes al gentío de las plazuelas medievales. Mientras no me toque a mí, que perviva el espectáculo. Qué triste humanidad, convertida históricamente en público y en víctima simultáneamente. Así nos va.