miércoles, 15 de abril de 2009

UNA SEMANA JUNTO A JAVIER


Como sé positivamente que él no va a leer estas líneas, me dispongo feliz a dejar constancia del auténtico personaje protagonista del presente relato. Amigo desde mi más tierna infancia, lo he visto crecer entre Las Morerillas, Los Jardines, el antiguo Cine de Verano y el Casino que se perdió olvidado por un bloque de pisos. Emigró a La Malagueta, para volver a nuestra Dos Hermanas pasando ya su adolescencia hasta un barrio lejano, por lo que era difícil verlo. Creo, sin dudarlo acaso, que los años le han hecho ser más fuerte de lo que nunca imaginó jamás. Muchos se aventurarán, y pensarán de él los más pícaros comentarios. No se apuren: Javier siempre se los saltó a piola. Es extremadamente audaz a la hora de precisar el comentario más agudo. Quizás por su carácter, jalonado en horas sin dormir entre la maleza de patios de colegio u adolescentes en peligro, es recurrente hasta el extremo, gracias a un ingenioso juego entre el surrealismo y el retrato pintoresco. Si no hubiera existido Valle Inclán, Javier sería hoy mismo famoso por su valiosa interpretación del esperpento. Antonio el Califa, Manolo Calzones, Culo Amarillo, Cabeza Lechuga y otros apodos que no recuerdo, aún están en su nómina de recursos para sobrevivir ante cualquier ataque del vecino. Y no es, no ha sido jamás, violento, siquiera en un mal gesto antes de irse a la cama. Javier pestañea abusivamente, asustadizo frente a un mal golpe, pese a que tu intención sea, por ejemplo, señalar con el dedo. Tiene una bondad infinita, un buen humor que ya quisieran para sí atormentados de la vida y de la muerte como Quevedo o el breve Juan Ramón. Javier es de conversación amena, y, como los niños pequeños y los borrachos, siempre dice la verdad, aunque no pruebe una gota o sea un treintañero de espaldas anchas. Su compañía, en ratos de incertidumbre o aburrimiento, es bálsamo vital para encontrar esa pureza humana que a veces, por la carrera del día a día, parece que nuestra especie perdió definitivamente.

1 comentario:

chicuelo dijo...

Sí señor, con dos cojones.