miércoles, 26 de agosto de 2009

JUAN, EL DE LA CALETA


Está claro que la libertad es un producto Deluxe que sólo pueden adquirir unos pocos, y en los lugares más insospechados. A veces, cuando un sujeto trata de quitarse el corsé del determinismo social, se topa con ese inmovilismo de las normas que le ata, maltrata y humilla. Buena prueba de ello la llevó sobre sus hombros Homer Simpson. Lo tomaron por loco sólo por llevar una camisa rosa al entrar a trabajar en la central. El pobre destacaba insultante entre un mar de camisas blancas. Por eso conoció a Michael Jackson en el manicomio. Algo parecido, ya ven, le ha ocurrido ahora al locutor de la playa de La Caleta. El archiconocido Juan introducía su visión particular del mundo a la hora de dar los partes oficiales a los bañistas. Uno a las seis de la tarde, y otro a las nueve. Unas pinceladas de humor para agradar al personal, con la intención de no sofocar a los oyentes con desagradables, metálicos y distantes mensajes que suelen acompañarnos normalmente en los aeropuertos, estaciones de Renfe, la cola de la ITV o la hierática señorita que nos deja pasar a la consulta del médico especialista. “Son las seis de la tarde, la hora de la merienda”, “Cuidado con las medusas, que tienen malas ideas” y rarezas por el estilo le han supuesto una sanción por salirse de madre. Qué complicado es sacar los pies del tiesto, aunque sólo fuera por sacar una sonrisa a los demás.

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