sábado, 3 de julio de 2010

LA MADRE PATRIA


Hubo un tiempo en el que el fútbol era todo para mí. Un llano con cuatro piedras por porterías, camisetas blancas con números hechos con skay, libretas en las que anotaba los goles que iba haciendo… En aquel Mundial del 82, apenas salía de mi casa. Me escandalizaba que, al salir al balcón durante los descansos, hubiera niños como yo en la calle que no estaban viendo los partidos de Paolo Rossi, Dino Zoff, Lato, Sócrates, Satrústegui o Juanito. Era un acontecimiento principal en el verano humilde de cualquier hijo de vecino: fervor con banderas al viento y cláxones cuando por fin ganaba España. Después de 28 largos años, hoy debo decir que no aprecio todo este universo-balompié de la misma manera. Me molesta hasta la indignación el uso ventajista y dañino que algunos le quieren dar a la selección de nuestro país. Por omitir el nombre patrio se ha popularizado La Roja. Es España un ente confuso, si nos atenemos a códigos de barras, estatutos y nacionalismos por el estilo. Por eso, qué quieren que les diga, me asquea que sólo ahora, por ese fenómeno magistral que es ver a once tíos detrás de una pelota, muchos balcones y ventanas estén adornados con banderas rojigualdas. Es el fútbol ese deporte hipócrita que fomenta más el odio y la separación que la hermandad o el juego limpio. En estos días (escribo antes del partido) se han producido desagradables situaciones entre dos países nobles. Paraguay y España parecen ahora dos imperios que se han declarado la guerra. Amenazas, incitaciones a la violencia, publicidad dañina… Acabo de ver una “broma” que se les ha ocurrido a nuestros simpáticos periodistas de Cuatro. Han hecho un chistecito con una chiquilla paraguaya que pide a los de la selección española que se deje perder, para hacer felices a los niños pobres de aquel país: “En vuestras manos está la muerte de miles de niñas paraguayas”. Qué vergüenza. No habrá nada mejor que hacer en este tiempo de subidas de IVA y manos al cuello de la clase media. Fernán lo dejó bien clarito hace ciento cincuenta años: “Media vida es la candela; pan y vino, la otra media”.

7 comentarios:

A. Ortega dijo...

Me gusta mucho la entrada y aunque comparto parte de lo que reflejas, al menos pienso que por unos días (si vamos ganando serán más) a los españolitos se nos pasan los complejos y nos unimos en torno a una misma bandera. No nos avergonzaremos de cantar el "yo soy español, español, español". Es fugaz pero bonito. Lo de Cuatro ya clama al cielo. Primero Lama con el mendigo y ahora esto. Menos mal que son progres y respetan todo y a todos. Fiel reflejo de lo que nos acontece.

Anónimo dijo...

No estoy de acuerdo en que haya que metenrmos el futbol por narices, y de esa forma hacernos olvidar los graves problemas que tiene España, como los más de cinco millones de parados, las más de un millón de familias que no tienen ningún ingreso en sus casas, la aprobación y entrada en vigor del asesinato de los no nacidos, amparados en una ley llamada aborto... Parece ser que los únicos problemas que tenemos es que al Señor del Gran Poder le hayan arrancado un brazo y que España gane el Mundial. Así nos va y nos luce el pelo.

Fae dijo...

Ya se ha comentado en muchos foros de opinion que mientras mejor le fuera a España "menos crisis" habría en el país. Es cierto que en eso el fútbol viene a ser lo que el panem et circus...

chicuelo dijo...

Yo digo lo que mi tocayo Juan Manuel de Prada, el fútbol son 22 tíos corriendo en calzoncillos...
Y los de cuatro, junto con los rojos, al paredón.

SrL dijo...

Con frases como la de Chicuelo, no me extraña que haya gente que no quiera ser española. Si ser español es mandar al paredón a todo aquel que no piense como yo, entonces a mí que me borren, pues preferiría ser indio de la casta de los intocables, antes que compartir algo con gente así.

Me llama la atención que un blog que toma una frase de Machado en su cabecera, pase por alto comentarios así. Y no lo digo sólo porque Machado fuese republicano, sino por toda su gran humanidad.

Es por cosas así que algunos preferimos ser españoles sin ganas, que diría otro gran poeta sevillano. Porque no podemos ser otra cosa.

Fae dijo...

Estimado y anónimo SrL. Lleva usted toda la razón. El comentario de Chicuelo es inaceptable, vulgar y dañino. Al menos, es lo que parece Ad pedem litterae. Si lo he pasado por alto es porque sé a ciencia cierta que la persona que así se ha expresado (como me así lo ha hecho en otras ocasiones, tanto en este blog como en persona) lo hizo con otra intención, quizás la contraria, y seguro irreal, irónica o provocativa. Por ese tono que emplea, que no se aprecia en la escritura, es por lo que se ha librado de la reprobación, pero sólo el hecho de su duda me hará rectificar, aunque espero que antes lo haga él. En cualquier caso, no dude de que el que ahora le escribe no entiende de colores, dicho sea de paso. Efectivamente, y sin ánimo de encender una disputa que no viene al caso, el verso tomado del poeta sevillano, (y por ende, su obra entera) me merecen todo respeto, amor y admiración. En ningún caso me preocupo por la condición política del autor, como de alguna manera trata de justificar usted.

chicuelo dijo...

Sólo tres cosas:

1ª. Como bien dice mi buen amigo Fae,al que descargo de culpa, hay que saber lo que se dice y quien lo dice, también lo que se lee. Lo que realmente me parece injusto es opinar de quien no se conoce mas que una línea. Desde su génesis, éste sitio ha estado abierto a opiniones de todo tipo, sin coacción, y tampoco es plan de llegar dando una patada en la puerta.

2º. En mi opinión, si los sentimientos de pertenencia hacia la Patria de unos se ven influenciados por los comentarios de otros, hay que resetearse el disco duro.

3º. Ni pretendía ni pretendo hacer daño ni lastimar las sensibilidades, pero si me queda el derecho a pataleo ante quienes, en connivencia con entes superiores a nosotros, desarrollan muy motu proprio nuestros derechos y hacen heredad insultando y caricaturizando los sentimientos, prácticas y pensamientos de la gran mayoría de nuestra nación.

Como dijo aquel, señores ya estoy yo en mi casa.