martes, 29 de junio de 2010

PENÚLTIMA OBVIEDAD


Hoy he comprobado que al lado del río la vida discurre un poco más lenta. Ha sido al atardecer, con el Altozano de frente y una nube colorada entorpeciendo el adiós del sol. Había varias personas junto a la mesa, una conversación banal de fin de curso, un aire pegadizo, avinagrado, calentorro. Pensé que ahí, en plena calle Betis, efectivamente los segundos (que son tan importantes, órganos competentes y decisores en las cosas cruciales de nuestra existencia) se deslizan con cuentagotas. El río grande marcaba un compás que sólo perciben guiris y tontos como yo, un tipo de pueblo que aún se maravilla de las imágenes que nos regala Sevilla de cuanto en cuando. Será esta cursilería (a las tres de la mañana ya) el resultado de un largo viaje que terminó, por fin, hoy. Ahora llega el momento de descansar, hacer las maletas, reencontrarme con lo que he dejado atrás, preparar proyectos nuevos (que ya se acercan)… y una copita, que quiero ver las horas pasar a mi cuenta de una vez.

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