lunes, 15 de diciembre de 2008

PENSAR ES GRATIS


Escuché en cierta ocasión a alguien que comentaba un letrero escrito en una pared cuando viajó por vez primera a La Paz. Resulta que el lema rezaba “Esta ciudad tiene más Radio-Taxis que sentimientos”. Y ¿saben? puede que fuera verdad. Que la persona que dejó su sello en ese muro olvidado de la capital americana sintiera fuego helado por dentro y dejara esa constancia públicamente. Pienso entonces en las pocas ocasiones en las que podemos encontrarnos con mensajes tan al descubierto, si no son una ofensa, un falso testimonio o cosas por el estilo. En este sentido, creo que fue en Sevilla donde un compañero bloguero encontró su siempre maravillosa “Lucha Almada” que también quise compartir con ustedes hace unos meses. Recuerdo el caso ahora, puesto que de vuelta a casa, he visto algo parecido en la pared de un recinto de Renfe situado justo al lado de la estación de El Arenal. Y por lo inusual de la historia, que en Dos Hermanas un lema fugitivo se comparta con los demás así, a plena luz del día, bien merece la pena comentarlo, difundirlo. “Nunca pagué por aprender a pensar” proclama el simbólico mensaje lindando junto a la línea férrea. Y yo, tan sorprendido por el enigma que presume, me propongo descubrirlo cual sortilegio maldito. La frase resuena, no cabe duda. Resuelve en siete palabras, siete, una costosa cuestión filosófica que es el libre albedrío. Cierto autor sudamericano, tras recibir un galardón por su obra, pronunció un célebre discurso en el que resumía “No soy un aculturado”, es decir, mi cultura no es la que me han impuesto otros a la fuerza. Ay, aquella colonización… ¿Será algo así lo que intenta reflexionar nuestra pintada? Supongo que siendo libres, nuestros pensamientos no tendrán jamás fin. Quizá, bien pensado, el lema propone otra cosa, y es que nadie nos alentará a pensar; debemos ser nosotros mismos. Cierta alumna alcalareña, muy salada ella, me decía hace unos años en la clase de Medios de Comunicación: “Mira Rafa, no me hagas pensar tan temprano…” No esperen ustedes, por tanto, gratificación alguna como colofón merecido del sano efecto que es ejercitar la mente. Es gratis, ¡pero en ocasiones cuesta tanto!

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