lunes, 18 de mayo de 2009

HASTA LUEGO, VIEJO


Hace poco utilicé tu "Bueno, chao" que pronunció la simpática hija de Graciela, Beatriz en Primavera con una esquina rota. Precisamente te vas ahora, y para siempre, con esa última sentencia que he leído sobre ti, cuando dijiste aquella verdad tan grande (una de tantas): "Después de todo la muerte es sólo un síntoma de que hubo vida". Bah, siempre fuiste un pendejo. Te reías del poder establecido, de las cosas graves de la vida, del lenguaje altisonante, de las palmaditas en el hombro. Y ahora, sin hacer ruido, vas y nos dejas tirados. Habrás dicho adiós como el protagonista de Andamios, que despedía a la parca montada en aquel tren. Pero sabrás, mira por dónde, que no será del todo. Me niego a pensar que no estarás por ahí, reuniendo votos de fe en la patria única del ser humano, que es la libertad. Renuncio a creer que aquellos cuentos que Pilar me enseñó en la Facultad nunca existieron, que se fueron sin más. Están ahí, como las poesías que cruzaron la otra orilla, y me hablaban de lo que nunca comprendí, de lo que nunca comprendimos. Viejo, al fin te curaste de la disnea. Jamás, y digo jamás, la gente se muere del todo. Estaría bueno.

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