domingo, 31 de mayo de 2009

APOTEOSIS

…Y aún escucho, cual tintineo que se repite incesantemente en mi interior, la llegada de la Virgen a nuestra Casa. Sí, porque nuestra Hermandad fue tomada por las Flores. Y vinieron las almas, vinieron los retazos, porque se iban a repartir canciones. Se preparaban los rocieros para este derroche de colores. Ofrecíamos pétalos para esa luminosidad creciente que cariñosamente nos invadía. Gritaban los peregrinos Vivas al Clavel, al Lirio, a la Amapola, a esa Rosa temprana del Lunes de Pentecostés. ¡Salve Madre! que aquí están tus hijos, a tus Divinas Plantas. Fulgurante, coqueta, sin par, rebosante, Flor entre las Flores cuyo aroma se extiende por doquier. De Misericordia llena, regalabas tu sonrisa a quienes no quisieron nunca perderse de tu mirada. Y eras Esperanza, pues nuestras vidas son los ríos que terminarán algún día al refugio de tu rostro. Pastora de nuestras Almas, déjanos vivir este momento eterno que es contemplarte…


(Textro del autor en el libro Con Dos Hermanas)

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