viernes, 29 de agosto de 2008

GRITAR, SIN MÁS

Levanta la gente la voz en los partidos de fútbol, en la cola de la carnicería para coger el turno, también por teléfono cuando el interlocutor está cerca de la estación de tren y es hora punta. Se clama sin pudor cuando a alguien se ha olvidado algo y ya desaparece, o se le cayó la cartera en el velador de la terraza. Se grita para acabar de una vez por todas con la cuestión. Otras veces conviene no alzar el tono, pero cuando se está buscando una palabra parece que es más plausible invocarla a grito pelado, como si el sortilegio producto de pronunciarla someta cualquier duda. Es todo lo contrario a un ligero murmullo lo que se encuentra uno al pasar frente a una taberna de las antiguas. Son alaridos (y no de dolor) los que practican los chavales en la botellota. Hoy, como decía el escritor de Sierra Mágina, el que no grita es un fracasado, un manta, un piernas. En vista de ello, los decibelios se multiplican en un extraño caso revelador. Hay días en que un sujeto cualquiera, pese a no querer gritar así como así (la mayoría de las veces ya ven que no merece la pena), siente el arrebatador deseo de subir los armónicos hasta ponerse colorado, gracias a un esfuerzo supremo. Gritar sin más, para blasfemar siquiera una nota, soltar todo lo que se aguanta entre silencios. No en vano, en casos como el miedo, la alegría suprema y cosas parecidas, dicen que es el mejor de los remedios. Ya les cuento.

2 comentarios:

J10 dijo...

Qué magias no albergará la literatura, amigo Rafa, que empiezo a leer tu artículo "Gritar, sin más" y me acuerdo inmediatamente (a la tercera o cuarta línea) del estilo de Muñoz Molina. "Parece que haya estado leyendo éste a Muñoz Molina", pienso. Y al poco aparece la referencia de Sierra Mágina... Y es que yo he estado todos estos días, en Punta Umbría, leyendo "Plenilunio" y entonces pienso: "Mira que si el amigo Rafa también ha estado sumido en alguna literatura de Muñoz Molina...". Qué cosas.

Fae dijo...

Qué va, amigo Álvaro. ¡Ya me hubiera gustado tener en estos días al menos diez minutos de tranquilidad seguidos! Sí es cierto que la cita de Muñoz Molina se debe a una lejana reflexión sacada de la lectura de 'La huerta del Edén'. Bueno,que me relaciones con Muñoz Molina (¡qué gran obra El jinete polaco!) me sonroja, pero lo agradezco.