sábado, 30 de agosto de 2008

ÚLTIMOS PASATIEMPOS DE VERANO

Aprovechando que nos encontramos ya en el último fin de semana oficioso del verano, compartiré con los sufridos visitantes de este blog algunas páginas web en donde podrán gastar sus últimos momentos de verdadero ocio, si no los han acabado ya. En primer lugar, os presento una página muy entretenida:

http://www.myheritage.es/collage-celebridades


En ella, y con sólo cargar fácilmente una foto personal, se consiguen varias imágenes de actores de Hollywood que guardan cierto parecido con ustedes. Aparte de mostrar el tanto por ciento de afinidad, existe la posibilidad de guardar en un archivo de imagen una orla de recuerdo. Quién sabe si usted se parece a la mega estrella americana del momento y no se ha percatado de ello.


http://labs.wanokoto.jp/olds

Por otro lado, la oferta de fin de verano que traigo aquí es para los amantes de la fotografía, especialmente los apasionados del blanco y negro. En esta web japonesa (con fácil versión en inglés) se convierte una foto actual en otra antigua sólo con apretar un botón. Interesante.


http://simpsonizeme.com/

No dejo pasar la oportunidad de recordarles la conocida página de Los Simpsons. Si es tan amable de mandarles una foto, en unos segundos se la devuelven caricaturizada como un personaje más de Springfield. No se la pierdan, pues merece la pena.



http://www.joystiq.com/media/2006/10/mii.swf

Aquí el procedimiento es muy simple. Lo único que se requiere es tener una idea medianamente clara de su cara. Con un poco de paciencia y disposición, será capaz de mirarse en el espejo (la pantalla del ordenador) gracias a las posibilidades de recreación de sus rasgos faciales.

Ea, y con esto me despido de la serie, tan tristemente aquí ofrecida, de los pasatiempos veraniegos. Tiempo habrá, y muy pronto, de sumergirnos en otros asuntos menos chuscos.

viernes, 29 de agosto de 2008

GRITAR, SIN MÁS

Levanta la gente la voz en los partidos de fútbol, en la cola de la carnicería para coger el turno, también por teléfono cuando el interlocutor está cerca de la estación de tren y es hora punta. Se clama sin pudor cuando a alguien se ha olvidado algo y ya desaparece, o se le cayó la cartera en el velador de la terraza. Se grita para acabar de una vez por todas con la cuestión. Otras veces conviene no alzar el tono, pero cuando se está buscando una palabra parece que es más plausible invocarla a grito pelado, como si el sortilegio producto de pronunciarla someta cualquier duda. Es todo lo contrario a un ligero murmullo lo que se encuentra uno al pasar frente a una taberna de las antiguas. Son alaridos (y no de dolor) los que practican los chavales en la botellota. Hoy, como decía el escritor de Sierra Mágina, el que no grita es un fracasado, un manta, un piernas. En vista de ello, los decibelios se multiplican en un extraño caso revelador. Hay días en que un sujeto cualquiera, pese a no querer gritar así como así (la mayoría de las veces ya ven que no merece la pena), siente el arrebatador deseo de subir los armónicos hasta ponerse colorado, gracias a un esfuerzo supremo. Gritar sin más, para blasfemar siquiera una nota, soltar todo lo que se aguanta entre silencios. No en vano, en casos como el miedo, la alegría suprema y cosas parecidas, dicen que es el mejor de los remedios. Ya les cuento.

lunes, 25 de agosto de 2008

ATARDECER INCIERTO

Tenía necesidad esta tarde de compartir un rato, una vida, con los demás. Había pensado en dedicar muchas palabras, pero como es verdad que aunque creemos que las palabras las lleva uno y ciertamente son ellas las que nos llevan, he preferido que en su lugar vaya presidiendo esta fotografía de atardecer incierto (Joaquín Romero Murube dixit) como singular protagonista. Cada año, cuando la Virgen del Águila enfila a su empinado pueblo salvado el dintel ojival del santuario, se topa de bruces con el ocaso que cae sublime por las rendijas del viejo castillo. Y el espectador comprueba que el día, la hora, cumplen rigurosamente lo previsto cada 15 de agosto. La mejor persona que conozco (y conoceré) nunca falta para comprobar tal enigma, y por eso muestra su mejor sonrisa, abre bien sus ojitos verdes y disfruta en compañía de seres queridos, que vienen y vendrán. Seguro que no se irán por razones sinceras. Su compañía, que es tan grata, bien podría transformar esta falta de luz, este acabarse en aquella Esperanza cierta que cantó el poeta palaciego. A su lado, comprenderéis, nunca se hace realmente de noche.

jueves, 21 de agosto de 2008

APOTEOSIS DEL DOLOR


No quiero ver más fotos de nave industrial repleta de cadáveres con una sábana blanca por lo alto.

No quiero enlaces de periódicos digitales ofreciendo “todos los vídeos de la tragedia”.

No quiero comprobar más en la televisión esa apoteosis del dolor, lágrimas con duelo, de familiares y amigos.

No quiero que los medios se lucren contando dramas íntimos de este gran accidente. Una pareja de novios recién casados; una señora se entera de la muerte de los suyos por teléfono con una cámara delante…

No quiero que se hagan juicios sumarísimos en ridículos programas de televisión de sobremesa, relacionando el trágico suceso con la situación laboral de la empresa.

No quiero que se siga recreando la televisión con la esperanza de los que creían a sus familiares en centros hospitalarios.

No quiero que los deportistas de Pekín y sus adláteres alardeen de que las medallas son el mejor regalo para las víctimas.

No quiero ver más fotos y reconstrucciones del accidente porque nada aportan ya al caso.

No quiero escuchar más preguntas del tipo “¿Cómo se siente...?”

Sólo quisiera un poco más de respeto. Un trato proporcionado de la tragedia en el que omita con escrupulosidad todo aquello que no es más que morbo y espectáculo. Que el mejor recuerdo de las víctimas no sea esta continua manipulación, con páginas en la prensa y horas en la televisión que fomentan aún más tanta rabia y preguntas a las que no tenemos respuesta.

Puta vida, sí, puta vida.

lunes, 18 de agosto de 2008

POR LA BUENAS O POR LAS MALAS

Estaba yo en 1º de EGB cuando me di cuenta de que el colegio era más duro aún que los juegos educativos y el andar por casa que suponían los columpios, clases con lápices de colores y el Tente que tenían las monjitas de la Guardería Santa Ana. Y no fue dolorosa la mudanza por aquello de la primera vez que los niños van a la escuela tantas horas seguidas, abandonados por las madres impúdicamente. Qué va. No recuerdo que supusiera el antiguo Calvo Sotelo (hoy San Sebastián) un trance imposible para mí. Pero todo cambió cuando sustituí aquellas mujeres de piel blanquísima y trapitos en la cabeza por un maestro que nos tiraba de las orejas cuando hablábamos más de la cuenta o no nos sabíamos la lección. Era un auténtico salvaje capaz de suspender (en el aire) a un chiquillo por importunarle a mitad de una clase. Hubo quien fue al médico por heridas (pequeños desgarros) en la cara posterior de las mismas. Aunque yo no tuve muchos problemas, me daba pánico sólo mirarle a la cara. Veía incomprensible en la inocencia de mis seis años que la mayoría de las madres creyera que era el mejor maestro que podríamos tener en nuestra vida, porque, ahí está la paradoja, el hombre explicaba muy bien (claro, aunque con muy poca paciencia) y la disciplina (ya ven cómo) era para él lo primero de todo. Nunca olvidaré aquel lápiz de color rosa gastado a poco menos de la mitad que sentí, doloroso, en mi cuello. Levanté la mirada cariacontecido y aprecié aún en su rostro la rabia de quien acababa de emplear toda su fuerza física. Así me recriminó que no me callara. Y ahí terminan los acontecimientos de índole violenta que tuve (he tenido) en mi vida como estudiante. En 2º de EGB, con la queridísima señorita Maxi, no llegué a asustarme lo más mínimo, pues su temida frase “Por las buenas o por las malas” no era más que una muletilla incapaz de encubrir sus formas de maestra serena y buena. Ahora, veinticinco años más tarde (bueno, aproximadamente), esta pequeña nómina de sucesos violentos asociados a mi experiencia educativa no vendría a colación si no es para llevarme otra vez las manos a la cabeza. Ya no en el pupitre de los estudiantes, sino desde el sitio de mis primeros maestros, compruebo que habrá este próximo curso escolar profesores con armas en un centro educativo de Texas. Con el pretexto de prever la seguridad, los docentes podrán lucir pistolas en las aulas para preservar el orden, o para evitar cualquier tipo de incidentes. Ha tenido la propuesta la total aprobación de los padres de alumnos, tal vez porque allí la licencia de tenencia de armas te la dan antes incluso de preguntar por ella. Qué ley de calidad de la enseñanza tan rica tendrán los escolares texanos, quizás persuadidos al principio por la pistola de su profesor encima de la mesa cual Sheriff del antiguo Oeste. Puede que con estos apéndices los funcionarios se hagan respetar más y sus pupilos den menos ruido en clase. A lo mejor, con el tiempo todo se haga habitual y los niños regalen balas a sus tutores como se hace en Navidad o al final de curso aquí, solo que con tarjetas de felicitación o un detallito (un reloj, una camiseta de diseño o un collar). Con el cacareado anuncio de defenderse de posibles ataques (son tristemente singulares en EEUU las masacres en institutos), creo que la iniciativa supone una denigrante situación, en la que la fuerza, y no las ideas, estarán por encima de todo. Si a este extremo hay que llegar en sitios tan sagrados, donde en teoría no solamente se deben aprender conocimientos, mejor me hago elegantemente a un lado y a otra cosa. No vale la pena el debate. Hay cosas que no merecen dos palabras de más.

martes, 12 de agosto de 2008

MOVIMIENTO DE LA BOCA Y OTRAS PARTES DEL ROSTRO


Es la risa uno de los pocos mecanismos humanos capaz de diferenciarnos del resto de animales sin lugar a más dudas. Es un símbolo de cortesía, amabilidad o júbilo. Entre sus beneficios, se sabe que es capaz de inmunizarnos contra la depresión y angustia. Cuando uno se ríe, se segrega más adrenalina, lo que potencia la creatividad y la imaginación. Es cierto que nuestro cerebro hace que el cuerpo segregue endorfinas, las cuales actúan como drogas naturales que circulan por el organismo: nos resultan gratuitas y no tienen efectos secundarios. Al reírnos, estamos haciendo ejercicio, pues con cada carcajada se ponen en marcha cerca de 400 músculos, incluidos algunos del estómago que sólo se pueden ejercitar con ella. No son pocas las ventajas: también masajea la columna vertebral y las cervicales, o lubrica los ojos con lágrimas. Ni que decir tiene que su acción motiva que entre más aire en los pulmones, lo que mejora la respiración y aumenta la oxigenación. Con esto se desmiente la idea de que la risa provoca arrugas en el rostro. Al contrario, lo tonifica. Es la risa un sinónimo evidente de felicidad, y por todo ello es necesaria en la vida cotidiana. Por el contrario, sólo una salvedad habríamos de hacer a este alegato sonoro. Hay una risa abusiva, acaso una mueca en el rostro que se utiliza más de la cuenta, y que al interlocutor se traduce como necedad, timidez o pocas luces. Como la risa es un asunto muy serio, tampoco conviene maltratarla, echarle mano sin ganas. A veces ocurre que la forzamos por condescendencia o, simplemente, por seguir las normas de cortesía sociales marcadas en situaciones usuales. No pocas veces la risa, y su hermana pequeña la sonrisa, se disfrazan sin disimulo para convertirse en crueles, irónica silueta con la que derrotar a nuestro enemigo. Por ello, amigo lector, elija bien el momento de su risotada. Piense que siempre habrá alguien capaz de darle mal uso. Piense, a esta hora, en la simpleza de Las Tardes de Verano (Canal Sur, 16:25 horas), en donde con escasos cinco minutos de exposición logrará maldecir lo insólito y característico de la condición humana.

miércoles, 6 de agosto de 2008

PARECIDOS RAZONABLES


Casualidades de de la vida me han hecho caer en una coincidencia poco más o menos que sorprendente. Un imaginero y escultor sevillano está en estos días culminando el rostro de la imagen de un Nazareno, que irá destinado para la localidad de Los Palacios y Villafranca. El encargo de la imagen, a tamaño natural, no será para ninguna hermandad en concreto, pues se trata de la devoción de un particular. El curioso lector podrá apreciar de las siguientes fotografías la asombrosa similitud que presenta con el Señor del Gran Poder de Dos Hermanas. Resulta muy curioso lo manifestado por el artista a cierto medio digital, al que ha sugerido que su proceso creativo ha partido de la búsqueda de “una expresión dulce y devocional como argumento principal”, a lo cual dice que ha llegado de manera satisfactoria. Todo ello, en definitiva, producto de su imaginación. Pese a todo, el parecido con el original de Gutiérrez Cano está fuera de discusión. Tal vez no reconocer cualquier otra inspiración resulte tardío. No en vano, el protagonista de nuestra historia ha reconocido estar también terminando una copia del Señor de los Gitanos sin empacho alguno. Comparen y vean.


martes, 5 de agosto de 2008

MÁS LEÑA AL FUEGO (CON PERDÓN)

Aquí les presento un artículo publicado
por Juan José Millas el pasado día 1 de agosto
en el suplemento dominical de El País. Sin ánimo de
crear polémica, lo aporto como nuevo porque de su fina ironía
podríamos conocer un punto de vista original y sorprendente.
Exprésense, racionalizando o no.

TORERO DE SANGRE

Si esto no les parece arte, échenle la culpa al animal, una bestia sin sensibilidad poética, sin inclinaciones artísticas, un bruto que no ha leído a Lorca. El torero se ha entregado a muerte. No hay más que ver su cara tumefacta, su boca enfangada, sus dientes rojos; no hay más que fijarse en la herida abierta en el pómulo, cuya belleza se cargará el médico con unos puntos de sutura. Recorran el cuerpo del artista, asómbrense ante la vocación abstracta de la sangre, que dibuja un mapa indefinido sobre el traje del matador. Vean su mano, prolongada en un sable de acero finísimo, ligeramente curvado en la punta, que pretende hundir en la carne del animal (si se deja, porque es un mansurrón, un pesado, un torpe, un gilipollas). Ahora, aléjese un poco y presten atención al conjunto. Observen cómo el torero trata de convencer al astado de que se humille y pueda atravesarlo, al objeto de terminar la faena e irse a la enfermería (el sitio donde
van los poetas cuando terminan un soneto). Reparen en la expresión carpetovetónica del hombre; en su boca fieramente abierta, mostrando los dientes en un gesto de desafío estético sin parangón (que rayos significará parangón). Vamos, mierda de toro, hijo de puta, atrévete, ten huevos, que nos están televisando. Por lo visto, hay toros que se prestan al espectáculo, que responden a las provocaciones del verdugo, que entran al trapo (nunca mejor dicho), cuando lo sensato sería no discutir. ¿De qué vas a hablar con un tío que viene dispuesto a cortarte las orejas? Pero no racionalicemos, por favor, que acabamos con la fiesta.