lunes, 9 de febrero de 2009

TEATRO DE TODO A CIEN


Vaya la obrita de teatro que vi el otro día en el Municipal de Dos Hermanas. Hoy en día a cualquier cosa le llaman espectáculo. Por mucho que en la entrada aseguraran que los miembros de la compañía ya habían actuado con éxito en la ciudad, nada de nada. La mezcla de Les Luthiers y la cultura cutre televisiva no resultó, por mucho que la gente riera los guiños repetidos que cualquier autor espabilado sabe que siempre provocan una risotada, por tonta que sea. En esto del humor aún hay mucho que descubrir. No será más pronto que tarde, pues los nuevos showmen de la comunicación, en donde también incluyo a esta compañía valenciana (qué mas les da a ustedes su nombre), no apuestan por la innovación, sino por una vulgar imitación de situaciones absolutamente previsibles, y por tanto, vulgares, cotidianas de ¡anda ya! Claro que es fácil provocar la hilaridad entre la concurrencia con trucos zafios como vestir a un actor con panza y barba en una cabareta descarada, o una actriz, la única del cuarteto, que sin venir a cuento en comedia tan divina recibió un morreo de uno, un tocamiento de teta por parte de otro, y una suave caricia en el culete del tercero (digo yo que en la vida real se habrá puesto de acuerdo entre este trío masculino para sacar parte equitativa de cuota). Snif Snif, que así se llama el espécimen sobre las tablas de la calle Nuestra Señora de Valme, bien podría olvidarse de mi mente de un segundo a otro, si no fuera porque aún estoy asombrado de la desconcertante respuesta de un sector de la sala, cuyas carcajadas pueblerinas aún resuenan en mi interior.

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