jueves, 11 de junio de 2009

AH, DE LA VIDA


Cuando todavía se buscan los cuerpos sin vida del pasaje, en el día de hoy se ha conocido la muerte de una señora italiana que debería estar ahora mismo perdida por el océano, si no fuera porque perdió aquel triste vuelo de Air France 447. Se llamaba Johanna Ganthaler, y estaba de vacaciones en Brasil. Esquivó el fatalismo por cualquier nimiedad. Llegó unos minutos tarde al aeropuerto, y el avión no esperaba. En vista de lo acontecido, junto a su pareja cogió un coche para volver de regreso, pero un accidente frontal con un camión le ha segado la vida. El marido, en estado crítico, aún respira. Creer en según qué cosas tiene sus inconvenientes. A veces se atribuyen hechos como el de aquí a la casualidad, la predestinación o vaya usted a saber. Lo cierto es que estos días de regalo que le otorgó su reloj parado quizás le hayan sabido a poco. Leyendo Cuatro corazones con freno y marcha atrás (simpatiquísima comedia del sin par Jardiel Poncela) parece que el fatum del hombre (del ser humano, vaya) es el de morir. Que todo el mundo debe morir. Si esta señora se llevó hace unos días la alegría de haber nacido de nuevo, maldita sea la gracia. Haber esquivado a la parca al menos unas horas le habrá sabido a muy poco.

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