miércoles, 24 de junio de 2009

EL CLUB DE LAS BUENAS NOTICIAS (HORAS BAJAS II)


Venía aguantando la fila de coches estrangulados por las obras de saneamiento del centro y del semáforo de El Llano cuando me percaté de un folio colocado en la cristalera de uno de los bares nuevos que han probado suerte pese a esta maltrecha racha de negocios terciarios. Anixa, o algo así, se llama el garito, que promete pinchos, y no tapas, al amable cliente. A él me acerqué hace dos semanas (vísperas solitarias del Corpus, ya ven) y me dejó muy buena impresión. Una parejita de jóvenes emprendedores, con ideas frescas y trato inmejorable. Por eso, en el mediodía brutal de esta jornada de reparto de notas, me pareció que el cartelito podría ser de mal agüero. Me pitó el coche de detrás, pero hasta que no lo leí no seguí a la caravana. “Cerrado por... maternidad”. ¡Toma, toma! Y me fui feliz a mi casa. Con qué poquito. Entonces recordé que, efectivamente, la chavala de detrás de la barra estaba embarazada. Al tiempo, me regocijé de qué caprichosa es nuestra mente, que al comenzar a leer Cerrado por... ya pensaba algo malo. Y es cierto que, de un tiempo a esta parte, todas las noticias que nos dan, que nos ofrece alguien que tiene algo que decir, sean de lo más trágico. Y ya está bien. El jovencito de la barra no ha podido callar su alegría. Ahora todo incauto que pase por su puerta sabrá que es padre, y que en unos días su negocio estará abierto. Como son pocas las buenas noticias, cuando se suceden el regocijo es mayor. En el parte de las tres, me felicito por el alta de un ciclista que hace ahora un mes se despeñó 80 metros por un precipicio italiano. Seguro que Pedro Horrillo, el bravo corredor del Rabobank, ha vuelto a nacer precisamente hoy, día en que ha recibido el alta.

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