miércoles, 28 de octubre de 2009

AHORA LE PRESENTO YO


Anda el amigo Álex preocupado porque se sabe objeto de todas las miradas, y aunque parezca increíble, aún conserva cierta timidez dentro de sus ojos azules cuando trata de encubrirse otra vez con un chiste, un juego de palabras, una frase ocurrente salpicada de bondad y surrealismo. Alejandro, al que ahora le ha dado por sustituir saludos por salud, tiene entre sus colegas o camaradas (DRAE: “Persona que anda en compañía con otras, tratándose con amistad y confianza”) a gente de toda condición, y jamás le ha importado ni el credo ni la alta o baja cuna de su interlocutor. Es extremadamente servicial, tanto, que a veces se olvida él mismo de darse servicio, es decir, de cuidarse un poco más, mirarse de vez en cuando al ombligo, qué demonios. Animado y ágil conversador, de hondura deslumbrante en sus comentarios, es más sabio, si cabe, cuando escucha. En la vida le pasaron los años (por la izquierda, lógicamente, que es por donde se adelanta ahora), y de su cabellera rubia se descubren pensamientos nuevos, bienvenidas entradas. Aun así, continua siendo ese niño inquieto de mirada ágil que sorprendía con su desparpajo infantil a los maestros en el colegio, a los amigos de su grupito, a desconocidos que lo recordaban por sus múltiples aventuras… Hoy, que es persona mayor, creo que duda en seguir o hacerse chaval las horas que haga falta, en convertirse en loco-cuerdo o en un tipo discreto- alocado, como Don Quijote. Por eso, no se recaten ustedes. Si lo ven pasar, con esa indumentaria de días laborales, con ese estilillo que ha labrado para sí mismo, inconfundible y atrevido para los fines de semana… con esa sonrisa acogedora les invitará a hablarle: preséntese a él libremente. Lo demás se hará más fácil. Les aseguro que ganarán un amigo de los de verdad para toda la vida.

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