viernes, 27 de febrero de 2009

LOCURAS

Una noche de estas trabajosas, en las que uno

se pregunta el porqué de tantos líos en los que

se mete voluntariamente, asaltan las dudas.

De una reflexión así recordé la melodía

de una canción que se resume en esta letra definitiva



Hay locuras para la esperanza,
hay locuras también del dolor.
Y hay locuras de allá,
donde el cuerdo no alcanza,
locuras de otro color.

Hay locuras que son poesía,
hay locuras de un raro lugar.
Hay locuras sin nombre,
sin fecha, sin cura,
que no vale la pena curar.

Hay locuras que son
como brazos de mal:
te sorprenden, te arrastran,
te pierden y ya.

Hay locuras de ley,
pero no de buscar.
Hay locuras que son la locura:
personales locuras de dos.

Hay locuras que imprimen
dulces quemaduras,
locuras de Diosa y de Dios.
Hay locuras que hicieron el día,
hay locuras que están por venir.

Hay locuras tan vivas,
tan sanas, tan puras,
que una de ellas será mi morir.


Silvio Rodríguez

martes, 24 de febrero de 2009

EL ALA OESTE DEL CORTE INGLÉS


El deslumbrante mundo allá en el ala oeste del Corteinglés sigue siendo para un servidor un sitio por descubrir. No suelo pasar por planta baja de El Duque poco más que para acercarme a los subterráneos o enfilar la escalera mecánica hacia la planta de arriba. Pero hete ahí que en la tarde del domingo me tocó más o menos que obligatoriamente acompañar a una persona, que, en fin, me ha servido de guía iniciática en esa parcela alejada de toda realidad, que es, ustedes se lo están imaginando, la inefable sección de perfumería y estética del centro sevillano. Sí, porque en este rincón prolífico en personas casi exclusivamente del género femenino, el sufrido lector podrá abstraerse siquiera un suspiro del mundo cotidiano que nos rodea para presenciar toda una fauna (quizás sin flora ya) que se rige por otras leyes paralelas. Pululan por el lugar dependientas que exclusivamente visten de negro. Su indumentaria es parecida a un chándal de domingo, eso sí. Son seres que apenas hablan. Miran circunspectos la llegada de una incauta, a la cual sientan en unos grandes butacones (parecidos a los de los directores de cine, pero como si tuvieran aún las patas más altas) y allí comienzan a embadurnarle de tantos productos, y a preocuparse tanto por su mal aspecto, que dudo que quien salga de allí no acuda rápidamente a un médico asustado de veras por su maltrecha salud. Son las protagonistas de este espacio especímenes en extinción. No van maquilladas, no, sino que parecen mostrar en todo el rostro una fina capa, una película adherida a la tez, desde donde arrancan los pelos hasta la papada. Ay, los pelos. Habrán visto alguna vez peinados atrevidos. Aquí están todos. He observado hoy perplejo a una señora, cuya edad bien merecería un moño recogido y ya está, absolutamente similar a una gallineta, esto es, todo el cuero cabelludo erizado, cual perrito que acaba de ser bañado y se despereza con ganas de tarea tan ingrata para él. Me ha sorprendido, ciertamente, que en este paraíso de los sentidos, las criaturas que en él habitan no manifiestan ningún síntoma de molestia por las mezclas y hedor que proceden de tantos mostradores repletos de frascos con sugestivos nombres franceses, que anuncian fragancias tan desconocidas para mí. Y es que aquí la edad no parece importar. Las dependientas más mayores se esfuerzan inútilmente en competir con las chicas-cañón que se contonean de un lado a otro para regocijo de intrusos como yo. Por eso, la estética generalizada radica en los afeites. Resultado, ojos como mapaches, mejillas sonrosadas a golpe de escobillazo, laca y pañuelos al cuello, que a la fuerza ahorcan. Bah, que bajo mundo sin sentido. Mientras me retiraba ciertamente asustado ante el surrealista microcosmos que había osado usurpar, me sorprendió una chavala con dos cartucheras en sus cartucheras, ya ven, sombrero tejano a la cabeza y dos pistolas, más calientes que las del Coyote, me atreví a conjeturar. No tuve arrestos, eso sí, de preguntarle por aquello que aparentemente promocionaba.

domingo, 22 de febrero de 2009

LOS ÚLTIMOS DÍAS DE ANTONIO MACHADO


Hoy, domingo día 22 de febrero se cumple el 70º

aniversario de la muerte de Antonio Machado.

Huelga añadir por mi parte algún comentario.

El siguiente artículo procede de las memorias

de su hermano José,

que el diario Público ha dado a conocer.

Tal día como hoy, hace 70 años, murió en el destierro de Collioure (Francia) el poeta Antonio Machado. Salía desde Cataluña hacia Francia junto con miles de republicanos derrotados que formaban aquella inmensa columna, todavía hostigada por la aviación alemana al servicio de Franco. Iba con su anciana madre, con su hermano José y la compañera de éste. En un cuaderno de notas poco conocido y apenas difundido, José, que era pintor, relata los últimos días del poeta.

Cuenta José las penalidades del camino hasta llegar a la localidad de Cerbére, donde se refugiaron en la cantina de la estación. "Allí el espectáculo que se ofrecía a los ojos era desolador. Los españoles caídos y deshechos, sin dinero, éramos tratados por los mozos de aquel establecimiento con tan innoble y repugnante desprecio, que lo primero que preguntaban era si teníamos dinero con que pagar. En caso negativo, no daban ni un vaso de agua. Esto sucedía en la cantina. En los andenes de la estación, todavía peor, porque se sufría el acoso de los gendarmes, que no se ocupaban más que de formar las levas para los campos de concentración, separando a los hijos de los padres y a las mujeres de los maridos. Y todo esto de la manera más bárbara y brutal".

En el cuaderno de notas que escribió, ya en Chile, para sus hijas y su hermano Manuel, añade José que "fue un verdadero milagro que escapásemos a las garras de estos esbirros, verdadera vergüenza de la especie humana". Se refugiaron en un vagón arrumbado en vía muerta. "Así fue la entrada del poeta Antonio Machado y la madre, en Francia, gravemente enfermos y sin un solo franco en el bolsillo: casi desnudos, como los hijos de la mar".

Al atardecer del día siguiente, cambió su suerte. "Corpus Barga, uno de los mejores amigos que nos acompañaron en el éxodo, logró llegar a Perpigñan, y regresó (con posibles) para llevarnos al cercano pueblo de Colliore. El comportamiento de este generoso amigo llegó hasta el punto de coger en brazos a nuestra madre y llevarla desde la estación al pueblo por la ancha calle que lo cruzaba y que terminaba en el mar. Por allí marchamos todos con ellos. Siguiendo este camino, llegamos a la plaza principal, donde, ante un pequeño arroyuelo, se levanta el pequeño hotel Bougnol-Quintana, en el que quedamos alojados".

Era la noche del 28 de enero y aquella sería la última morada del poeta. Recibió, del secretario de la embajada española en París, los medios para hacer frente a las necesidades más apremiantes. "Transcurrieron unos días añade José en los que el reposo material pareció aliviarle la afección del corazón. No obstante, veía claramente que se aproximaba el final de su vida. Pensándolo decía: Cuando ya no hay porvenir, por estar cerrado el horizonte a toda esperanza, es ya la muerte lo que llega".

"No podía sobrevivir a la pérdida de España. Tampoco, sobreponerse a la angustia del destierro. Éste fue el estado de su espíritu el tiempo que aún vivió en Collioure. Sin embargo, unos días antes de su muerte, me dijo ante el espejo, mientras trataba en vano de arreglar sus desordenados cabellos: “Vamos a ver el mar”.

Esta fue su primera y última salida. Nos encaminamos a la playa. Allí nos sentamos en una de las barcas que reposaban sobre la arena. El sol de mediodía no daba casi calor. Era en ese momento único en que se diría que el cuerpo entierra su sombra bajo los pies".

Al cabo de un largo rato, el poeta, señalando una de las humildes casitas de pescadores, le dijo a su hermano: "Quién pudiera vivir tras una de esas ventanas, libre ya de toda preocupación". Después se levantó trabajosamente y, en silencio, regresaron al hotel. Dos días antes de su muerte, escribió una carta a su querido amigo Luis Santullano. Ya inmóvil, en la cama, la muerte le sobrevino la tarde del 22 de febrero, miércoles de ceniza.

"La noticia se propagó rapidísimamente -añade José-, y en las primeras horas de la mañana siguiente recibí una emocionada carta del insigne escritor Jean Cassou, solicitando en su nombre y en el de los escritores franceses, que el entierro se verificase en París. Pero, agradeciendo infinito este homenaje de la Francia inmortal, decliné tan grande honor, pues, aunque en esos momentos estaba lejos de los demás hermanos, creí interpretar así los sentimientos de todos, mirando más que nada la sencilla y austera manera de ser del poeta. Y así preferimos que durmiese el último sueño en el sencillo pueblo de pescadores de Collioure".

Y explica José que al entierro se sumó todo el pueblo, con su alcalde a la cabeza. "Pero lo más emocionante fue que seis milicianos, envolviendo el féretro con la bandera de la República española, lo llevaron en hombros hasta el cementerio. Y téngase en cuenta que para realizarlo tuvieron que escapar de la implacable vigilancia del tristemente famoso castillo de Collioure, donde con tan injusto rigor se les trataba".

Quedó el poeta en la tumba de la familia de una buena señora, amiga íntima de la dueña del hotel. La madre, muy enferma y agotada, yacía en la cama. "Volviendo por un momento a la realidad, me preguntó llena de angustia, mirando al lecho que había quedado vacío: ¿Qué ha sucedido? Traté de ocultárselo. Pero a una madre no se la engaña y rompió a llorar como una pobre niña. Dos días después, sus bellos dulces ojos se nublaron para siempre".

Algunos días después, José halló un papel arrugado en el gabán del poeta. En él había escrito a lápiz tres anotaciones. "La primera reproducía en inglés las palabras con las que comienza el famoso diálogo de Hamlet: "Ser o no ser". La segunda tenía sólo un renglón. Pero en este renglón se veía escrito el último verso que escribió en su vida. Dice así: "Estos días azules y estesol de la infancia".

Y en la tercera y última, Antonio Machado reproducía completos estos versos suyos, ya publicados, pero en los que introducía una corrección:

"Y te daré mi canción:

Se canta lo que se pierde

con un papagayo verde

que la diga en tu balcón"

La corrección consistía en decir "te daré" en vez de "te enviaré o te mandaré mi canción".

CON DOS HERMANAS, AL FIN


El libro de Daniel Vaquero es una realidad. Como el autor ha dicho, en él sobran las palabras. A mí también me lo parece. Una gran obra en la que la imagen nos atrapa y seduce. Felicidades.

jueves, 19 de febrero de 2009

¡CLAMAR AL CIELO!


Que este mundo es de puro chiste no parece ya comentario de escándalo alguno. Cada día habrá noticias que nos vuelvan a sorprender un poco más. De un tiempo a esta parte muchas de ellas no son sino ejemplos eficaces de que la ficción se hace otra vez realidad. De todas las que circulan, especial repugnancia me ha generado el revuelo suscitado en Ávila capital, porque los comerciantes de la ciudad (hosteleros, zapateros, fotógrafos, dependientes de tiendas de ropa…) han puesto su grito en el cielo, claro, habida cuenta de que este año no se celebran las populares Primeras Comuniones en las iglesias de tan histórico núcleo de población. A pesar de que mi defensa hacia el sano comercio, el cual me parece vital para reflotar este gravísimo periodo de crisis, considero que este sector ha perdido todo norte o guía en este asunto. ¿Qué relación tienen los comerciantes abulenses con la Iglesia, para ser capaces de pedir que no se anulen este año ciertos ritos que en la mayoría de los casos no comparten, entienden o siquiera respetan? Como el dinero es el dinero, pues que los cristianos vistan a sus hijos de ocho años como marineritos o princesitas para reportar unos buenos duros a los comerciantes de bien. Pero entiendo la preocupación del sector, qué demonios. Sabemos de los locales cerrados y de la falta de medios para salir adelante, pero de ahí a protestar por algo que hace una institución siguiendo sus propias directrices y fundamentos… El Arzobispado, por una vez, se ha defendido: “Cabe recordar que muchos eventos organizados por la Iglesia, como por ejemplo la celebración de Las Edades del Hombre en 2004, han contribuido a generar más riqueza en dicho sector de comerciantes y hosteleros sin que haya habido una expresión pública de gratitud”. Y es que la Iglesia, tan denostada en estos días, tan humillada ella como los católicos practicantes, parece que debe satisfacer la riqueza o mantenimiento de los demás. Inaudito. Está muy bien eso de poner la otra mejilla, aunque creo ciertamente que pedirle cuentas a las parroquias abulenses acerca de un cambio en la edad mínima para celebrar las Comuniones (hasta ahora de ocho años y a partir de aquí de diez) es poco comprensible. A lo mejor, los comerciantes, todos en general, podrían pedir algún beneficio a los ateístas bien organizados, que por ridiculizar a los que creen, son capaces de reunir miles y miles de euros en dudosos mensajes repartidos por autobuses de media Europa. Quizás los puedan sentar a todos en una mesa. Posiblemente ya sean más que los padres, abuelos y amigos en general de los pobres niños que hacen la Comunión cada mes de mayo.

martes, 17 de febrero de 2009

SÓLO UNOS DÍAS

Este viernes es el día que esperamos todos los que hemos dejado muchos meses, días y horas en un nuevo proyecto que esperamos sea tan bien recogido por la gente si ello es resultado del empeño dispuesto desde el primer día. Será el viernes 20 de febrero el día de Daniel Vaquero Fornet, de los rocieros, los amigos, los familiares, los amantes de la fotografía, los seguidores de todo aquello relativo a Dos Hermanas, y sobre todo, los curiosos en general. En el Ave María daremos a conocer el nuevo libro de Dani. Sólo para ver y admirar la portada y contraportada valdrá la pena la visita. En el interior, verán ustedes a disposición de la Virgen muchos sentimientos en cada paso de peregrinos o de las carretas en busca de la aldea. Especial cariño tiene el autor de las imágenes a la serie dedicada a la Blanca Paloma en su salida del Lunes de Pentecostés. Busquen una precisamente una de las mismas, en la que encontrarán el misterio de esta devoción. Esa, y otras muchas, son imprescindibles… Y verán que dentro de uso años será Con Dos Hermanas una de esas obras de referencia que tendrán en consideración generaciones venideras.