martes, 6 de abril de 2010

SEMANA CON OCHO DÍAS

Suele aparecer por este lugar un pequeño repaso a la Semana Santa, siete días reunidos en unas cuantas palabras que resuman la vida y la muerte. La de este año ha venido con algún sobresalto, pero con el mismo programa de los anteriores. Y es que a veces, en lo que se refiere a las formas, mucho de lo que apreciamos en cada procesión nos parece haberlo visto con anterioridad. O bien, que cada jornada de penitencia es sospechosamente parecida a la de años precedentes. Tanto, que parece que éstos se solapan en nuestra memoria. Somos animales de costubres. Por eso, la novedad en este mundo de la forma y el concepto tienen tanta cabida. La materia, sinuosa, atrevida, artística y notable del paso del Gran Poder. La vuelta multitudinaria, despacito, de Amor y Sacrificio en una vuelta por el puente en pleno Domingo de Resurrección. La salida por fin de la Sagrada Cena, que cumplió dignamente con un compromiso no firmado con esta ciudad. Tiempo ha por delante para sellarlo. No le faltaron nazarenos, ni acólitos; siquiera costaleros, un ciento... Devotos de promesa tras el paso.

No hay comentarios: