miércoles, 17 de febrero de 2010

PLANETA IMAGINARIO



Eran inviernos oscuros allá por las cinco de la tarde, una calle empedrada siempre en mal estado, ganas inmensas de jugar al fútbol en el llano de la esquina anegado por el agua. Eran unos barrotes rojos y blancos mohosos pero fuertes, que no dejaban pasar más que algún niñato en busca de tema al parque de la Alquería. Eran dos luces ridículas colocadas casi en el extremo de la vía. Era la televisión en blanco y negro, en color tímidamente después, un técnico con una maleta de cuero repleta de cables y cachivaches, el aparato encima de la mesa del salón. Eran Barrio Sésamo con la merienda, zumos en tarros de cristal de un litro, un juego parecido al Monopoli –copia descarada– al que dieron el nombre de la Isla del Tesoro. Eran, en fin, surrealismo, colores, un lenguaje inverosímil que me costó siempre entender, a eso de las siete en la segunda cadena. Era Planeta Imaginario, un programa raro que jamás supe descifrar, y al que hoy he recordado porque, en fin, eran tiempos para recordar… Recuerden.

No hay comentarios: