sábado, 20 de febrero de 2010

TRATADO DE BUENAS MANERAS


Si un día hablé de la desafortunada imagen de José María Aznar cara a la opinión pública, el episodio del otro día en Oviedo no haría más que sumar un incidente más en su trayectoria. Aun así, esta vez no seré yo quien haga sesudo análisis de la psicología que encierra su famosísima peineta a los estudiantes de una de las universidades más prestigiosas e históricas del país. He leído reflexiones de analistas muy cualificados y la comprensión o el ataque de políticos de uno y otro bando. No hablaré aquí de la falta de respeto del ex presidente del gobierno, ni de ese símbolo (dedo corazón levantado a la concurrencia) de soberbia, grosería, intolerancia y otras lindezas por el estilo. No, porque esta vez quisiera pasar por alto su mensaje, y dedicarme a la gente (universitaria, en fin) que poblaba el Aula Magna para dar así la bienvenida. Centrémonos en la cuestión. Un tipo llega a dar una conferencia a un centro educativo, de gente mayor de edad y cierta capacidad intelectual. Un antiguo jefe de estado que se dispone a impartir una conferencia, una lección de economía a unos pocos privilegiados… (¿o se imaginan ustedes a Zapatero sentando cátedra sobre ese tema?) Y entonces, escucha de los alumnos universitarios gritos desaforados del tipo “asesino” y “terrorista”. Está claro que no cabe ninguna justificación, y la defensa a ese gesto termina aquí. Pero, yo me pregunto: ¿Cuál es el significado de respeto hoy para los integrantes de nuestro sistema educativo? ¿Desde cuándo sirve una universidad para pasar factura política a un profesor, por eventual que sea? ¿Es aquí donde debemos evaluar la formación de nuestros incipientes profesionales? ¿Qué entienden por delicuente esta gente joven? ¿No es precisamente la tolerancia la palabra con la que deberíamos enjuiciar a los universitarios? Qué quieren que les diga. Dentro de la caricatura que de este suceso se ha creado, (cualquier cacareo político no hace sino marear la perdiz y desviar la atención) para mí lo realmente lamentable ha sido comprobar en qué manos está nuestro futuro. Si así están ya las universidades…

1 comentario:

L dijo...

Cuando la situación económica se deteriora, los fallos de base salen a la luz: la falta de educación, la insensatez, la incultura de un país que va sin rumbo...y lo que nos queda por ver.
Aznar siempre se creyó en el limbo de los dioses cuando gobernaba. Después se ha hecho millonario dando conferencias. Triste que tengamos estos políticos...