lunes, 7 de febrero de 2011

SEIS DÍAS: HACIA LA DIRECCIÓN CORRECTA


Lo peor de la Maratón, para alguien que hace unos años no corría ni porque iba a perder el tren, es que no hay nada que me asegure llegar en condiciones a la cita. Hasta hace poco, uno corría intentando recorrer distancias de siete, ocho, diez kilómetros, y trotar para ello media hora o poco más iba que chutaba. Cuando probábamos eso de las Medias, con salir una hora cada semana era suficiente. En aquellos tiempos (vaya, hasta hace menos de un año) correr sesenta minutos sin parar era poco menos que irse de romería, a la aventura. Con tantos meses de preparación, ahora correr dos horas se nos hacen cortas. Pues menos mal, porque el domingo será, por lo menos, el doble de tiempo. Y ahí está el problema. Tantas horas nos darán para sudar, requetesudar, pasar hambre de la buena, tener mucha sed y dolor en las articulaciones. Por eso, sabemos (el Álvaro y yo) que hasta el domingo hay que llegar nuevecitos a la salida: que nos cuidemos del frío de estos días, que cuidemos un poquillo la alimentación (por ejemplo, chaval, nada de sobaítos o chocolate al mogollón) o que, fíjense bien, preparemos la Maratón del domingo ¡sin correr más! Y en esa estamos. Hoy lunes, una vueltecita a la manzana de apenas 25 minutejos. Y ya está. Todo lo que teníamos que hacer está hecho. Así que nos toca descansar, taparnos la garganta por las mañanas, comer a las horas recomendadas y dormir lo suficiente. Como su fuéramos a ganar la carrera, vamos. Tanta presión y tanto misterio que tengo ganas de que llegue el día para, molido hasta el alma, descansar, pero de verdad.

No hay comentarios: