martes, 12 de febrero de 2008

LA RESTAURACIÓN DE LA CUSTODIA DEL SANTÍSIMO


Corrían los últimos días de 1985 cuando la Mesa de Oficiales de la hermandad Sacramental expuso de manera manifiesta la necesidad de restaurar la Custodia del Santísimo Sacramento, obra de incalculable valor artístico en la que se expone a Su Divina Majestad tanto en las procesiones del Corpus Christi como en el Monumento del Jueves y Viernes Santo. Se trata de una pieza única, fechada en torno a la mitad del siglo XVIII, realizada en plata por el maestro Nicolás de Cárdenas. Aunque la tradición señalaba que fue adquirida gracias “al producto de la siembra de unos cuartillos de trigo en el pegujal de la marismilla”, parece ser que fue donada por el sacerdote Francisco José de Rivas, como así se desprende de su testamento, fechado en 1759.
Era la década de 1980 una época muy humilde para la corporación. En nómina existían alrededor de 90 hermanos, lo cual suponía un impedimento continuo a la hora de llevar a cabo grandes empresas. Pero, como se recoge en el acta de aquel día 19 de diciembre, la situación de la obra exigía un estudio pormenorizado de cara a su posible reparación.
El esperado pronunciamiento técnico no llegó a manos de la hermandad hasta febrero de 1986. Orfebrería Villarreal emitió un detallado informe en el que se confirmaban las previsiones. Como quiera que el presupuesto para la restauración no había sido aún presentado, la Junta de Gobierno, sin dejar de lado el asunto, se interesó por otras empresas del ramo para prever conocer más concretamente el costo de la operación.
Entretanto, la procesión del Corpus de junio de 1986 se celebró sin tener resuelto el caso, suponemos que por la falta de tiempo disponible para comenzar los trabajos entre la entrega del primer informe y la celebración de la Fiesta del Cuerpo y Sangre del Señor de ese año.
No será hasta el mes de noviembre de 1986 cuando la Sacramental decida definitivamente el inmediato proceso de restauración de la Custodia. El total pre­supuestado por Villarreal era la nada despreciable cantidad de 860.272 pesetas. Dentro de esta cifra se incluía la plata que habría que reponer en algunas piezas dañadas, el desmontaje, limpieza y arreglo de todas las partes, y la inclusión de cuatro asas para el transporte, y no ocho, como se estimó en primera instancia.
La hermandad Sacramental sufrió en su economía el notable esfuerzo que supuso afrontar la cuantía de los trabajos. Aunque se pidió la colaboración de varias entidades bancarias y se recibió, de hecho, una ayuda de cien mil pesetas por parte de la parroquia, lo cierto es que la restauración fue costeada por las aportaciones desinteresadas de los hermanos, con especial presencia de dos hermanos de la Mesa, que terminaron con el plazo final de la deuda.
Hoy en día, la Custodia del Señor aparece resplandeciente en todos los actos de culto de la corporación, gracias a la labor callada de aquellos hermanos que, en precario, fueron los continuadores de una corporación que con los años ha ido aumentando en número de hermanos y posibilidades.

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