domingo, 30 de marzo de 2008

"ESTOS DÍAS AZULES Y ESTE SOL DE LA INFANCIA"


El último verso de Antonio Machado, doblado en su gabán, letra temblorosa, salvoconducto al Parnaso llegada la hora del poeta en Francia. Se trata de un perfecto alejandrino con un ritmo acentual que nos recuerda a los viejos metros latinos (_ _ _’ _ _ _’). Evidente eufonía gracias a la repetición paralelística introducida por Estos/ Este… En el plano conceptual, ajeno a una forma que daría para un estudio más completo, rescatamos tres motivos que constituyen por sí solos la intención del yo poético. La carga expresiva del poema radica en azules, sol, infancia. Tres ideas colocadas al final del camino, que se convierten en una declaración auténtica de amor, deseo, nostalgia. Son días azules los que traen el recuerdo de los vivido: azules, claro, como son los ojos de la amada medieval del amor cortés, brillantes como el mediodía al que cantó Guillén, misteriosos como los versos –azules- del genial Darío. El sol, sinónimo de sevillanía aquí, es compañero en un patio de Dueñas, una referencia sin par que nos traslada, en fin, a la infancia del yo poético. Como proclama a su manera Ismael Serrano, Machado recuerda, ahora que todo concluye, que su única patria es su infancia, los años perdidos de su niñez. Aquel chiquillo feliz se aferra hoy a lo que ya no es, mas quiere quedarse. Qué gran despedida para no ser olvidado.

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