martes, 18 de noviembre de 2008

BAEZA, HOY


El aula de Antonio Machado seguía intacta. Los pupitres antiguos aún eran recordados por parte de los integrantes de nuestro grupo. Un viejo mapa de 1897 en una pared, una estantería de libros viejos. El expositor central contenía algunos rastros escritos del poeta sevillano en el instituto de Baeza, adonde huyó llevándose preocupaciones y dolor desde Soria. El estrado respiraba aún aire de santidad. Está acordonada la zona del entarimado, espacio venerable de pizarra-pizarra, mesa grande de madera sencilla, perchero de pie con su supuesto último paraguas olvidado. Aquel hombre de 37 años, el tercero por la derecha de la fotografía que cuelga en una esquina, ése de los zapatos comidos de albero, un desaliñado con dignidad papal en sus ojos, escribió Soledades, Campos… y antiguos Proverbios que se siguen recordando.. todavía.

1 comentario:

J10 dijo...

Yo estuve allí, y vi todo eso que cuentas. Y me acordé de don Antonio, aquel hombre bueno en el buen sentido de la palabra bueno. Y eso que no lo conocí en persona, sino en sus versos lánguidos de fuente serena y tarde soñolienta. Qué bien, si uno pudiera, todavía hoy, dar clases desde una tarima como ésas, sentado con la seguridad de una pizarra detrás para ejemplificar cada lección.