sábado, 13 de agosto de 2011

CUADERNOS DE VERANO (II)


Hace unos días que he comprobado por las calles de pueblo la realidad de que un niñato pinte la fachada de cualquier casa. No es costumbre nueva, y no nos sorprendería hoy, pese a que en muchos casos los sujetos aprovechan para dejar su sello sitios que no son de nadie en concreto: la tapia de un corralón abandonado, o la pared de una entidad bancaria, por ejemplo. Es curioso. En torno a esto (la despreocupación por lo ajeno) acabo de vivir un episodio pasando por la plaza de Los Jardines. Un niño de unos sesis o siete años, con desparpajo temprano, se ha quedado mirando, junto a mí, al acerado de la iglesia, repleto de arroz y demás basura esparcida por el piso. He aquí que me dice el zagal que, como estaba a la entrada de la parroquia, que viniera el cura a limpiarlo, que para eso es suya. Solo me vino a dar la razón cuando le dije que si a él le parecía correcto que yo tiraba porquería en el portal de su casa y fuera su madre quien lo recogiera. En fin. Pero puestos al caso, el asunto de las pintadas que por Dos Hermanas ha salido últimamente a relucir conlleva cierta curiosidad creciente. La de hoy, que aquí comparto, no tiene excusa por ser ejemplo de acto vandálico, pese a que por su originalidad, y, permítanme, carácter emotivo o incluso literario, merecerían ciertas palabras de elogio. Aun así, es atrayente el reclamo precisamente por su ambigüedad. El ser humano que se regugió en esta leyenda para apelar a su ¿pareja? se sabe poseedor de un código misterioso que solo conocen dos personas... 24; 29... ¿los días de la felicidad que se perdieron?, ¿la hora de un reloj a medianoche para un alumno desaplicado de la ESO? Quién sabe. Espero sus conjeturas, amables lectores. Que no pase desapercibido, por favor, el corazoncito que aparece en el ángulo inferior. Como dice el niño italiano de las pizzas minis que anuncian por la tele, "La prova d'amore sono molto piccole".

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ome, la cosa tiene su encanto... lo malo es que se entretenga el personal pintando ahora tor pueblo... Me inclino por una declaracion amorosa.

Anónimo dijo...

Además que la cosa tiene su encanto. Se encuentran por ahí obras maestras. Quizás el problema sea que no siempre éstas exquisiteces ocupan el lugar que merecen. Lo del corazón, simplemente una fecha entre dos.