domingo, 9 de diciembre de 2007

LLEGAR TARDE


Es mejor aparecer tarde que no llegar. Es más meritorio aún tenernos por presentes los unos a los otros aunque no lo estemos. A veces, el solo recuerdo de la persona nombrada nos parece imprescindible para seguir adelante. Pero eso sí, considero que no hay peor cosa que estar esperando, con el ansia de necesidad, y sentirnos solos. Hay momentos en que nos sentimos así, huérfanos, incluso rodeados de mucha gente. No es impaciencia, sino la angustia que genera la ausencia, física o no, de quien aguardamos mirando cada segundo de reloj.

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