miércoles, 23 de enero de 2008

LA VIDA ES SUEÑO


El otro día me encontraba, una vez más, viendo el programa diario de Pablo Motos (Cuatro, 21:30 horas). No sé, se basa El Hormiguero en unas cuantas seciones muy simples, pero que cumplen un objetivo claro: originalidad, búsqueda de la sonrisa y entretenimiento sin más. Si a ello sumamos que nunca los contenidos atentan contra el horario de protección infantil, no sería discutible que en poco tiempo termine convirtiéndose en un fenómeno de audiencias.
Así, de vez en cuando el presentador incluye una seción -no dejéis de verla- que recoge las ocurrencias de los niños pequeños, generalmente con edades comprendidas entre los 3 y 7 años. Suelen aparecer en ella este tipo de frases ocurrentes y espontáneas, llenas de lógica aplastante, ésas que sonrojan a los mayores porque reflejan la cruda verdad: "¡Mamá, qué ganas tengo de ser mayor y jubilarme para no ir más a la guardería!
Hubo hace poco una que me sorprendió por la hondura filosófica que guardaba una criatura de sólo cuatro años. Resulta que cuando los padres la iban a acostar, gritaba "¡No quiero dormir, quiero vivir!"
Cinco palabras para la reflexión. El sentido de nuestra existencia está ligado a un misterio por destapar. La vida es un camino por recorrer con los ojos abiertos, como decía Aristóteles, cuando arguyó que la esperanza es el sueño del hombre despierto. Por eso, ¿no es el sueño una manera, aunque sea momentánea, de no vivir? Considero que hay veces en que es muy delgada la frontera que nos separa de la vida, ese sueño al que apegarse como en el drama de Calderón. Por eso yo también quiero vivir, y no dormir.
Escribo a oscuras.

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