viernes, 4 de enero de 2008

POR LA CARA


Hay una teoría más o menos popular, rayando en la pura leyenda urbana, que alude al hecho de que todos tenemos en alguna parte del mundo nuestra propia copia exacta, clónica. Sí, en un aquí y ahora que evidencia que no somos al fin y al cabo "imprescindibles", como si aparte de que ya somos vulgares y corrientes como simples seres humanos, además no resultemos al fin singulares, únicos. Aunque la detesto, no creo que esta creencia tenga nada que ver con aquella que vi hace poco en El orfanato, ésa que dice que cuando una persona se ve a sí misma es que está a punto de morir, en una especie de “eterno retorno” macabro. Por eso, amigo lector, en estos días de fiesta y de ilusión por la llegada de los Reyes Magos, más que regalos y detalles secundarios, yo pediría ser capaz de reencontrarnos con nuestro otro yo. Será una suerte imposible, pero si en alguna parte del globo resulta que hay un Carlos, una María o un Juanito como los de andar por casa, creo que tendría mucho interés preguntarle a qué se dedican, en qué gastan sus días, qué cosas les preocupan, a quién quieren, por quién lloran.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

a ver si tengo suerte y encuentro un diíta a mi otro yo, pa que me invite a un copazo. Tiene que ser bonito ver a un tio igual que tu, o a lo mejor, quien sabe.

Cecilia dijo...

Si te gusta el tema de los dobles, lo que hay detrás del espejo, las realidades alternativas y el otro yo, te recomiendo que leas a Juan José Millás. Es único escribiendo sobre esos temas. Y, sí, yo creo que es cierto lo de nuestro gemelo. Aunque todavía no me he encontrado la mía, pero sí la de otros. Y da miedito, jeje.