miércoles, 30 de julio de 2008

LO QUE SE DA NO SE QUITA


Una reciente estudio que ha realizado por toda la geografía nacional una empresa consultora manifiesta que en Andalucía se tiene la media más alta de consumo de copas durante el fin de semana. La friolera de ocho trancazos por persona, que no está nada mal. En algo nuestra comunidad autónoma debía estar en el primer lugar de una lista, ahora que el segundo (o tercer) plan de modernización de Chaves parece haberse estancado a causa de lo necesitada que está la administración en promover botellódromos por todas las ciudades en donde sea conveniente.
Hay que fastidiarse, ya que el reñido liderato con otras comunidades no servirá para tomar mucha conciencia del problema. De hecho, el 95% de los encuestados (que lógicamente son los mismos que aseguran darse los ocho aldabonazos cada fin de semana) afirma en la escandalosa encuesta que esta cantidad es “la normal, tirando a poco”. Desde luego, un grupo normalito de coleguis puede reunir muy fácilmente cincuenta o sesenta euros para montarse una madrugada de aúpa por la módica cantidad de 5 monedas por cabeza. Y luego, cubateos hasta la hora que haga falta, que la Policía se dará una vueltecita por la plaa de vez en cuanto en previsión de algún percance (en el caso de algún vecino que se queje o que les dé la lata).
En estos días de crisis y de ahorro energético sea como sea (desabrochase la corbata y el último botón de la camisa baja dos graditos pese a romper las básicas normas de situación y decoro / “Cada vez que levantamos el pie del acelerador mejora la renta nacional”, Miguel Sebastián dixit) poca o nula atención se está prestando al problema que en el futuro traerá consigo la dependencia brutal (y los dalos colaterales) que acarrea en la juventud el consumo indiscriminado de alcohol.
No bastará, puestas en su momento las manos a la cabeza, con una campaña de anuncios en la televisión o en la prensa. La permisividad en todos los órdenes que está habiendo respecto a la realidad ahí fuera cada fin de semana trae ya consecuencias que se están pasando por alto. Muchos de nuestros jóvenes no saben divertirse sin una copa de alcohol en la mano, y aun siendo menores de edad se adentran en este mundo on the rocks porque es socialmente atractivo, porque nadie se lo impide o le aconseja como es debido… Todo son facilidades para que la juventud se emborrache libremente por ahí (las pocas sentencias a favor de los vecinos son anécdota en España) y lo peor de todo es que quien no sigue esas normas tan chics es un piernas, un manta, un pobre desgraciado que ha entrado cruzado en su adolescencia.

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