viernes, 6 de marzo de 2009

ME LO QUITO, ME LO PONGO


La desmesura nunca ha sido una virtud. En los casos de opulencia o lujo es detestable. Con la justificación de hacer el bien al sujeto protagonista, lo detestable se convierte en fanatismo, demagogia barata de un gobierno incapaz de dar una a derechas. La última de nuestra Bibiana Aído es presentar una propuesta de ley, asesorada por su “Comité de expertos” (¡!) en la cual se establece que las adolescentes con 16 años puedan decidir voluntariamente abortar sin necesidad del consentimiento paterno. La principal razón que arguye Igualdad es que si las chicas han sido libres para practicar sexo, o incluso pueden casarse con esa edad, ¿por qué no interrumpir el embarazo? ¿Qué más da ya? Este gobierno socialista plantea la cuestión de la manera más indigna. Que los adolescentes decidan tener relaciones, (crecen más de prisa que cualquier adulto a su edad, simplemente porque los tiempos cambian) es algo incuestionable. Aun así, considero también fuera de toda duda que una persona con 16 años no está preparada psicológicamente para afrontar un embarazo no deseado de manera independiente. Supongo que la incertidumbre que se cierne sobre el futuro podrá ser dura o cruel, pero es precisamente en el valor (caduco ya) de la familia, en el apoyo paterno, donde los hijos sienten que tienen su mundo. Lo que el PSOE quiere permitir ahora no es un enésimo desafío a las normas de la naturaleza, sino una provocación más respecto a la idea de que todo vale por ahora. Una carta blanca para nuestro capricho. Si hay alguna certeza en esta sociedad actual, ésa es la de que la ruptura con nuestro entorno es un hecho, y muy grave, por cierto. El deterioro general que se comprueba diariamente en las relaciones humanas (y que se fomenta con violencia desde la administración y los medios) no puede llegar así, por las buenas, a categoría legal. No hay derecho, no hay.

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