jueves, 23 de septiembre de 2010

CINCO AÑOS


Hoy se han cumplido cinco años. Ese día, estaba el Alvari contentísimo con su mano vendada, medio aplastada por la rueda de una carreta. Todos sabíamos que era poca cosa para la gravedad que nos pareció justo el día anterior. Yo estrenaba corbata. Entendí entonces que era sólo en las ocasiones especiales cuando debía mantener esa costumbre. Cada año intento hacerlo el día del Corpus. Me corté al afeitarme aquel día, y temblaba sólo de pensar lo que nos aguardaba en el Ave María. Cinco años ya. Estaba Hugh ufano de nuestra obra, aunque entretejía para sus adentros todo lo que sentía y siente con letras de molde por la Virgen de octubre, esa que nos protege el año entero. Él, con su carácter castellano-nazareno, nos reunió en un proyecto de locos, que comenzó con la incertidumbre de un hospital y concluyó a las plantas de un cuadro según se entra, allá al fondo. Había que dar las gracias. Cinco años. Lo he descubierto esta tarde, cuando nos reunimos en el sitio de costumbre, en esa cafetería de aquellos miércoles: de Coca-colas, café solo en taza y batido de chocolate (ahora trocado por una guarrería a la que llaman Nestea, no sé). De verdad que ha sido casual nuestro encuentro. Nos hemos llamado, nos hemos visto unos solos minutos, pero nos hemos acordado entonces, qué demonios. Hoy, a estas horas, me recuerdo parvulito mirando la historia de todo aquello que quise aprender. Imágenes en blanco y negro marcadas con las arrugas viejas de una historia de amor que Dos Hermanas guarda en su memoria. Hoy ¿saben? se cumplen cinco años de aquel libro que me hizo mayor, esa obra de principiante, biblia mariana de nuestras creencias en voz baja: De Valme, un pueblo y su Virgen. Por eso, hoy quisiera compartir esta mezcla de emoción y melancolía que tengo las noches en las que no puedo dormir. Como sé que lo que escribo no tiene guión, no lleva remitente ni secretos, debo entonar, pues, unas gracias tan grandes como los cielos que perseguimos, la certidumbre del ayer y la de pasado mañana. Cinco años… De Valme. Casi nada como para no darme cuenta, y repasar esa foto de la cabecera, en la que descubrí esa mano que nos acaricia, que nos abraza, esos ojos que nos acompañan hoy y ahora, siempre y todavía. Muchos meses, semanas, días completos con sus minutos y sus segundos que han ocurrido a mi favor para que en este día pueda ser capaz de pedir perdón por todo aquello que pude hacer mejor, para publicar de una vez lo tanto que me ayudaron mis compañeros de viaje, y, por supuesto, la vida que me comunicaron todas esas personas de las que escuché en directo lo que esa palabra, esa Virgen, supone para nosotros.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Felicidades!, vuestro libro fue un regalo para la Virgen de Valme y para nuestro pueblo. Gracias de corazón a los tres.

Fae dijo...

Muchas gracias, de verdad.