miércoles, 28 de mayo de 2008

CASANDRA ERA UNA DESGRACIADA

Continúo hoy la saga de personajes mitológicos a sabiendas de que algo bueno nos deparará compartir sus historias, por mucho que se las inventara algún griego distraído a la sombra del Partenón. Resulta que Casandra, tan jovencita y encantadora ella, fue dotada de una virtud por los dioses, si excluimos la que ya llevaba de nacimiento. Su singular belleza no le traería más que problemas, y como no deseaba que un dios cualquiera le metiera mano así como así, el castigo de Apolo no tardó en llegar. Vale que tenía la muchacha la facultad de adivinar el futuro, pero nadie, en cambio, la creería, vaya. Y en esas estaba la muchacha, tomada por loca, angustiada, dando gritos por ahí para que algún alma comprensiva atendiera sus tristes presagios. Hubiera evitado la guerra de Troya la tía, o cualquiera de los desastres que a continuación asolarían a los suyos o ella misma. ¡Pobre Casandra! La tortura que sentiría al saber y no poder hacer. Cierto es que hubo un muchacho, movido tal vez por el amor, que le echó la cuenta justa para ganarse su confianza. Por lo demás, la desdichada fue poco más que un ser despreciable. Podríamos nosotros preocuparnos de su historia por una vez. No ver más allá de lo que tienes delante de los ojos, es, sin lugar a dudas, algo miserable. Aquí está la simpleza del que no conoce, no atiende a nada más que sus propias ideas, por radicales o ridículas que sean.

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