lunes, 9 de junio de 2008

UN BLOODY MARY, POR FAVOR


Quemadito, achicharrado a causa de una inconsciente jornada en la playa, que desde aquí anuncio de antemano que cualquiera sabe cuándo me veré en otra parecida, el pasado domingo por la noche me quedé quietecito boca arriba en la cama. Escalofríos y dolor creciente en la Cara A de mi cuerpo desaconsejaban toda mudanza. (Y mejor así, que no se me ocurrió dar vuelta y vuelta hacia el astro rey…) De de esta manera, ladeando un poquito el cuello pude ver el esperado cambio radical que ha sufrido la más prolija y pusilánime de una saga televisiva. Por fin, nuestra Bea de Telecinco se hizo mayor. Un nota le quitó el aparato dental, delante del espejo de un balneario. Una amiga, que a cada minuto me parecía más tonta, se las arregló para concertarle las mínimas sesiones de chapa y pintura para estar más presentable. Podía haber comenzado mucho antes con un borrador. Las cejas de la ínclita eran de la estipe de Groucho Marx. A ningún creador de la serie se le ocurrió pensar que un plano corto de Bea evidenciaría su ridículo perfil pintado con Kanfor. Sobre las once de la noche Bea, Beísima, ponía con su jeta el punto culminante a la larga semana (son siete días) con la que la Cadena Amiga nos ha bombardeado, corto publicitario aquí, corto publicitario allí, para cacarear la transformación milagrosa de la protagonista. Atrás quedan consternados los comerciantes del rastro, que no darán ahora salida a su stock. Reciben con los brazos abiertos los despojos de la muchacha Cáritas o Cuéntame, en donde su ropa de saldo setentera será bienvenida. Supongo que no será para echarse las manos a la cabeza, pero una resurrección personal no creo que se fundamente en un vestido ceñido palabra de honor rojo, unas lentillas por una gafitas, unos tacones altos, oh. Ahora, profundamente renovado su espíritu, será capaz la fea-bellísima de apuntar a nuevos retos; asumirá responsabilidades siendo aceptada por la sociedad. Un buen escote y el pelo suelto lo resuelven todo ¿verdad? Ay, si sabía Lope de Vega lo que el pueblo reconocía como un final feliz…

1 comentario:

Anónimo dijo...

"Bea sigue siendo fea". Pásalo!