lunes, 30 de junio de 2008

VUELTA A LO MISMO

Cuando al principio de los años 90 las imágenes prohibidas estaban codificadas por la señal de Canal + y se decía que reflejada la imagen en el cristal de la ventana se apreciaban perfectamente las formas, Leticia Savater parecía una actriz porno a las claras del día. Eran otros tiempos, sin duda. Había quien confesaba que se había estimulado, confirmadas sus sospechas en el periódico del día siguiente, con un combate de boxeo o con la primera película de Isabel Pantoja, Yo soy ésa. Hoy, un niño de 15 años habla cotidianamente de su suegra, de su novia, y de la madre que le parió, si hace falta, para no aportar más datos chuscos, que todos ustedes ya conocen. No había muchas más salidas para nuestra quinceañera generación: a la falta de niñas en el colegio se unió el catastrófico hecho de que en el instituto ellas casi nos parecían bichos raros, ya que nunca supimos cómo acercarnos, debido al poco trato; no aprovechamos bien las múltiples maravillas de aquel video comunitario (tan pronto vino como se fue); ni siquiera alguna revistilla picantota medio en condiciones (las del hermano de Javi suponían una interesante colección, pero el hecho de que Germán, sí, Germán, manifestara que sus páginas estaban pegajosas, pues como que no). Así que, y solamente con el sol en todo lo alto, lo de la rubia televisiva a media mañana era lo único pseudo erótico que satisfacía a los jóvenes de esa época oscura y ardiente. Mirando las cosas con cierta objetividad, no resulta muy creíble que aquella rubia de bote hiciera carrera a las doce de la mañana enseñando la mercancía, con un vestido apretado un día sí y otro también, y un escote que le llegaba al ombligo siendo entresemana. Pero su programa, que pasó de las primeras horas a la sobremesa infantil, acumuló incluso premios por qué sé yo de atención especial a la infancia. He escuchado hoy que vuelve por sus fueros, ésta vez en una televisión de índole autonómica (ya adelanto que no se trata de Andalucía, por mucho que cupiera haciéndose un hueco entre María del Monte y Arrayán). Rememorando viejas imágenes, bien que podría aparecer en un body, haciendo gimnasia matutina: a cuatro patas, o la espalda contra el suelo y abriendo las piernas en la vertical todo lo que se puede. Increíble, de verdad. Lo peor de todo, y quizás ni siquiera ella es capaz de darse cuenta, es que no tendrá, sin lugar a dudas, una mínima oportunidad de volver a primera línea de combate. Por mucho que sea capaz de mirarte a la cara y vigilar la moto aparcada en la acera de enfrente, ya está la adolescencia muy picardeada como para caer en sus redes. Digo yo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Por últimas los programitas de Leticia eran nauseabundos, recuerdo que se emitieron hasta no hace mucho. Pero en cierto modo y pese a nuestra diferencia de edad, me alegra recordar esos años.