lunes, 1 de septiembre de 2008

MAÑANA LO DEJO


Hace un par de noches, de madrugada, me encontré con una de esas personas que a las claras del día son difíciles de encontrar. Una vez escuché de alguien que los peores bares, a las peores horas, están repletos de la mejor gente. No fue mi descubrimiento en un garito, pero sí en la televisión, cuando conocí la historia de Pedro García Aguado. Me sorprendió en primer lugar el hecho de que hubiera a esas horas un programa de entrevistas. En realidad, si no es con varios colaboradores chillones que lleven la contraria al entrevistado, hoy en día el formato no es frecuente. Para mí el sujeto era un completo desconocido, pero al parecer, el tal García Aguado fue hace algunos años uno de los más notables waterpolistas de la selección española, declarado mejor jugador de la liga nacional varias temporadas. En fin, que en este horario, y quizás aprovechando la escasa audiencia de CNN+, el protagonista de nuestro relato contó sin tapujos su historia personal. El ex deportista contó con todo lujo de detalles la miseria que le rodeaba cuando más éxito, dinero y reconocimientos tuvo en su juventud. Con la experiencia de los treintaitantos y el reconocerse recién salido del pozo, ahora su misión en la vida es concienciar a todos los que, como él, puedan verse afectados por similares circunstancias. Y es que, el poderoso Totó (como era popularmente conocido) escondía entre los premios, campeonatos ganados, la medalla de oro en una olimpiadas… una severa adicción al alcohol y las drogas. Tantos detalles, que el interesado en ningún momento omitió, los lleva ahora a primera plana para que nadie siga sus pasos. Y no es baladí el asunto. Seguro recordarán la figura de Jesús Rollán, un compañero de su generación que se suicidó hace poco más de un año; una vida rota por las drogas y el crudo horizonte dejada ya la competición, los programas de la tele y las portadas de los periódicos. Por eso, y porque de la sinceridad de García Aguado había dosis brutales de esperanza y optimismo, valoro aún más la entrega de este madrileño. Todo un ejemplo de muerte y resurrección, que en definitiva, es lo que cuenta: ”Antes estaba triste y bebía para estar contento. Ahora estoy contento por no beber. Salgo de noche y sé a qué hora vuelvo a casa, antes no. Y miro a mis hijas sin avergonzarme.”

1 comentario:

El portero dijo...

Es lo de siempre.Juguetes rotos que no asimilan como deben la fama, el reconocimiento y todo lo que esto conlleva. Pero casos como los de este señor evidencian que de todo se sale, si uno quiere, menos de la muerte.