viernes, 23 de enero de 2009

A CÁMARA LENTA


No es nuevo el debate. La capacidad para adquirir nuevos argumentos va disminuyendo por razones lógicas. Siempre es la misma historia. Nadie parece ponerle remedio desde la administración. A lo mejor, y sólo tal vez, la autorregulación (¡!) sería la única vía posible. Hay mucho cinismo y muy poca, muy poca vergüenza. No es necesario perseguir con insistencia a una persona octogenaria que presenta graves problemas de salud para ganar unos minutos de pantalla. O seguir suspiro a suspiro sus desvaríos, operaciones o últimos rumores procedentes de de "fuentes". Es sencillamente canallesco retransmitir el ocaso de una señora sólo porque se llame Cayetana, Duquesa, de Alba o lo que sea. Y es una pena que, personajes de dudosa reputación, mientras repiten una y otra vez las imágenes por la televisión, reflexionen cual Séneca que no se deberían hacer. Pero las hacen. Y mientras se recrean en sus sesudas intervenciones, todo sigue igual.

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