sábado, 3 de enero de 2009

VER CORRER A LOS DEMÁS

Esta "cosa" la escribí hace ahora dos semanas,
pero por falta de red se me quedó en el tintero.
La incluyo como homenaje a los verdaderos
protagonistas de la historia.



Como uno parece que ya no está para estos trotes, y nunca mejor dicho le duele a uno hasta el andar, resulta que en la mañana de hoy me he acercado primero a Fuente del Rey, y más tarde a Los Palacios, para presenciar la salida y la llegada de la 30º edición de la Media Maratón que organiza el Ayuntamiento de la localidad vecina. Ha hecho una temperatura estupenda, rayana en los 20 grados. Más de tres mil personas se han presentado a la salida, dispuestas a recorrer los 21 kilómetros de la prueba. Verán. Es la primera vez que veo muy cerca una carrera de este tipo, desde fuera. Con mucha rabia por un lado puesto que lo de las zapatillas veo que tardaré en volver a usar, pero con la curiosidad que me caracteriza. He intentado no perder detalle, y de cada rostro, de cada figura sobre el asfalto he tratado de determinar tantas cosas. Es la Media de Los Palacios una carrera exigente, llena de largas rectas tendentes siempre hacia arriba. Una dureza que, por sorpresa para mí, han salvado con más cantidad personas de una edad media, madura. Ni se imaginan la cantidad de gente que sobrepasa los 40, 50 o incluso 60 años corriendo más de hora y media por debajo de una media de cuatro minutos el kilómetro. Una proeza. Los primeros en entrar son personas mayores. La gente joven viene detrás, o sencillamente no viene, qué diablos. Algunos han soportado vaivenes de dolor por molestias razonables en las piernas, y a fe que han conseguido llegar a meta, pese a romper sus mejores previsiones. Llegar, al fin y al cabo. Y los hay que se dejan ver porque son un ejemplo: una señorita con cierta minusvalía en el brazo (lleva una aparatosa fédula y corre con las dos manos entrelazadas, como protegiéndose) ha lucido hoy una leyenda en su camiseta: “Primera mujer con discapacidad en recorrer distancias largas…) o aquellos que corren para demostrarse que sí que pueden, en sillas de ruedas adaptadas o en unos mismísimos patines. Están los que se inician en esto y desde el primer metro van como a cámara lenta... Especialmente en la meta, después de tanta fatiga, los hay que llegan prácticamente arrastando una pierna, por algún tirón o superior molestia. He visto a personas ancianas, a las que no nos sorprendería ver en Los Jardines con bastón entre los bancos de la plaza, debatiéndose en los últimos metros para arañar unos segunditos al reloj. Y eso impresiona. Bien lo saben los vecinos palaciegos. He corrido en muchos pueblecitos de la provincia: Mairena, Bormujos, Alcalá, Dos Hermanas, Santiponce (maldito décimo de lotería aquél…) Utrera, La Algaba, El Coronil… y en ninguno de ellos se sale a la calle a borbotones para animar así a los corredores. No en vano se considera esta prueba la segunda del calendario nacional, tras la Maratón de Madrid. Y se siente uno feliz, porque comprueba la satisfacción de miles de personas que sonríen llegados al puerto, que son jaleados por familiares y colegas cuando pasan por las últimas calles del recorrido. No hay nada, en fin, como sentirse orgulloso cuando lo que uno se propone ya es una realidad. Bendita esperanza esa.

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