sábado, 17 de enero de 2009

HISTORIAS DEL TEBEO


Era yo muy pequeño aún. No sé si con seis o siete años. Por aquel entonces, estaba enganchado a los tebeos. Los devoraba. Comía, cena o merendaba con ellos delante. Por fortuna, se me pasó aquella manía, pero aún los recuerdo con cariño y creo que siguen estando bien ordenados en un mueble de la casa de mis padres. ¿Saben? De ellos se aprendían muchas cosas. Había más jugo y conocimientos del mundo real en Mortadelo, Zipi y Zape o los Copitos que en cualquier otro sitio, léase El Llano, Los Jardines o la plaza de El Arenal, ya ven. Les contaré un episodio que leí entonces y que por causas del destino me ha venido a la mente. Se trataba de unos adolescentes de instituto. Resulta que uno andaba detrás de una chavala, pero rivalizaba con otro chico que, según sobreentendí, era el que ella ya había echado el ojo. Para demostrar su hombría, el nota le pegó una buena tunda al otro chaval, delante de ella, para impresionarla. Tirado en el suelo el debilucho, ella se le acercó y le ofreció cariño y mimitos, mientras que reprochaba el comportamiento del agresor. El tipo en cuestión entendió que a ella no le gustaban fuertes, sino sensibles y débiles. Entonces, al día siguiente, y otra vez en presencia de la chica, le dijo al inocente rival que le devolviera el sopapo para desquitarse, que él se dejaría recibirlo. Así lo hizo. El enamorado simuló sufrir mucho dolor, tirándose al suelo, gritando. En éstas, la chavala se fue corriendo para su ojito derecho, alabando su fuerza y lo valiente que había sido. “¿En qué quedamos?” replicó el protagonista de nuestra historia ante el cambio de actitud de la joven... Y claro. Qué razones ocultas tendrá precisamente hoy, y no ayer siquiera, Mariano Rajoy, al lamentarse de haber criticado el controvertido reportaje de las ministras del PSOE, todas glamorosas ellas, en la celebérrima portada de aquel Vogue. Lo que antes era poco menos que un pecado capital a los ojos del PP, hoy son todo palabras de condescendencia: “respeto”, “tolerancia” y otras lindezas del estilo. Y todo ello para tratar de justificar a su protegida, la pícara y juguetona Soraya Sáenz de Santamaría, quien no ha dudado en mostrarse sensual, desafiante ante los fotógrafos de El Mundo para mostrar sus encantos físicos, rímel hasta las cejas y muslitos de pollo. Para colmo, su marido tiene mucha “retanca”, según manifiesta abiertamente. Eso sí, juzguémosla por sus actuaciones políticas. Y ya saben. No traten de justificar ustedes sus actos personales. Siempre habrá alguien que les quiera para hacerlo, hasta donde haga falta. Algunos incluso pierden la vergüenza en ese sugestivo viaje.

1 comentario:

Fae dijo...

Ahondando en las consecuencias del posado que ha protagonizado la portavoz popular, seguro que habrán reflexionado ustedes acerca de la supuesta igualdad de la figura de la mujer en nuestra sociedad. También, y más importante, el trabajo que desde el sentido común se está haciendo desde el gobierno para alejar esa vieja imagen en lls medios de comunicación de la mujer como mero objeto sexual a los ojos del hombre. En eso, muy especialmente, podría haber pensado esta señora, que aunque es persona y de esa faceta habla en la famosa entrevista, a la sazón es representante de un millonario partido en busca de votantes. Será por amor, o cariño, o qué se yo, que Rajoy no ha visto nada malo en la foto, cuando criticó (como todos) la sesión fotográfica de las Zapatero Girls en el Vogue.